Iglesia Remanente

Salmo 94

       

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* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)

 

Salmo 94 (95)

“Venite adoremus”

1* Venid, alegrémonos para Yahvé;

aclamemos a la Roca de nuestra salvación.

2Acerquémonos a Él con alabanzas,

y con cantos gocémonos en su presencia.

 

3*Porque Yahvé es un gran Dios,

y un rey más grande que todos los dioses.

4*En sus manos están

las profundidades de la tierra

y son suyas las cumbres de las montañas.

5Suyo es el mar, pues Él lo hizo,

y el continente, que plasmaron sus manos.

 

6*Venid, adoremos e inclinémonos;

Caigamos de rodillas ante Yahvé que nos creó.

7*Porque Él es nuestro Dios;

nosotros somos el pueblo que Él alimenta,

y las ovejas que Él cuida.

Ojalá oyerais hoy aquella voz suya:

 

8* “No endurezcáis vuestros corazones

como en Meribá,

como en el día de Masá, en el desierto,

9cuando vuestros padres me provocaron

poniéndome a prueba

aunque habían visto mis obras.

 

10*Durante cuarenta años me dio asco

aquella generación y dije:

“Son un pueblo de corazón extraviado,

no han conocido mis caminos.”

11*Por eso, indignado, juré:

“No entrarán en mi reposo.”

 



* 1. Todo este Salmo es una invitación a alabar al Dios Creador del mundo y de los hombres y Pastor de Israel, que se manifiesta en las obras de sus manos y en la historia de su pueblo. San Jerónimo, en vez de nuestra salvación, traduce: nuestro Jesús, viendo en el Salmo la profecía mesiánica. Sirve de fervorosa introducción al Oficio divino de cada día y está lleno del espíritu del santo Rey Profeta, todo de fe y amor filial. Contiene también, como observa Dom Puniet, una exhortación a permanecer fiel a la Palabra de Dios, o sea a meditar y a recordar a cada hora esa Palabra que abundantemente se lee en el Breviario. Para Yahvé: en dativo (así también la versión en inglés de Benziger). Es una idea delicadísima, la de un hijo que se alegra para su Padre, sabiendo que el corazón paterno gozará con verlo contento. Cf. Salmo 93, 17 y nota; Filipenses 4, 4. Sobre la alabanza véase Salmo 49, 14.

* 3. Cf. Salmo 95, 5. Ello no obstante, Dios les reprocha a menudo que lo han cambiado por otros dioses (cf. Jeremías 2, 11).

* 4 ss. En el Breviario actual (aun no reformado con el nuevo Salterio), este Salmo tiene algunas variantes (caso único) conservadas de la antigua versión latina, llamada Salterio romano. En los demás Salmos la Vulgata adoptó la revisión de San Jerónimo (Salterio galicano). La versión misma del Doctor Máximo, empero, hecha “según la verdad hebrea”, no se incorporó al uso litúrgico.

* 6. Inclinarse y doblar la rodilla son manifestaciones de adoración que corresponden a Dios (Isaías 45, 24) y a su Hijo (Filipenses 2. 10). Cf. Hechos 10, 26 y nota. Jesús las practicó Él mismo, adorando a su Padre hasta postrarse con el rostro en tierra. Cf. la nota a Filipenses 2, 7 s.

* 7. Las ovejas que Él cuida: Dios se muestra muchas veces como pastor de Israel, y Jesús también se atribuye ese oficio (Éxodo 13, 21; Isaías 63, 11; Salmos 76, 21; 99, 3; Juan 10; Mateo 9, 36; 26, 21; Lucas 12, 32). Ojalá oyerais hoy, ya que no la oísteis antes. Cf. Salmo 77, 1 ss. y nota.

* 8 ss. San Pablo recuerda nuevamente estas palabras a los hebreos de su tiempo (Hebreos 3, 7-11), y las extiende a la necesidad de oír el Evangelio (Hebreos 2, 3; 12, 25). Meribá y Masá: nombres de dos lugares donde los israelitas murmuraron contra Dios (Éxodo 17, 1-7; Números 20, 1 ss.). Vuestros padres me provocaron: Alude a esa murmuración en el desierto cuando les faltaba el agua. Doloroso reproche contra nuestra continua ingratitud, que puede verse reiterado sin cesar a través del Salmo 77. También Jesús hubo de repetirlo muchas veces (Marcos 8, 17 s.; Juan 12, 37 ss., etc.).

* 10. Cuarenta años: El tiempo de la peregrinación por el desierto (Números 14, 34).

* 11. Mi reposo: La tierra de promisión (Números 14, 22). Véase cómo toma este pasaje San Pablo en el capítulo 4 de la Epístola a los Hebreos, refiriéndose al “solemne descanso” prometido al pueblo de Dios, a la manera como Él descansó el séptimo día de la Creación Cf. Salmo 71, 1 y nota.