Salmo 113 |
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* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
Majestad del Libertador de Israel
1*¡Hallelú
Yah!
Cuando Israel salió de Egipto,
—la casa de Jacob
de entre un pueblo bárbaro—
2*Judá
vino a ser su santuario,
Israel su imperio.
3*El
mar, al ver, huyó;
el Jordán volvió atrás.
4*Los
montes saltaron como carneros,
los collados como corderillos.
5¿Qué
tienes, mar, para huir
y tú, Jordán, para volver atrás?
6
¿Montes, para saltar como carneros;
collados, como corderillos?
7*Tiembla,
oh tierra,
ante la faz del Señor,
ante la faz del Dios de Jacob,
8*que
convierte la peña en estanque,
la roca en fuente de aguas.
*
1. Algunas versiones unen este Salmo al
siguiente, y así aparecen aún en la presente
numeración que se atiene a la Vulgata. Pero
todos reconocen hoy que son distintos.
Pueblo
bárbaro: El egipcio, de lengua diversa e
ininteligible para Israel (cf. 104, 23 y nota).
Bárbaro es término onomatopéyico que imita un
balbuceo sin sentido: “bar, bar”.
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2. Judá e
Israel se especifican en la Escritura para
designar a todo el pueblo hebreo (cf. Jeremías
3, 18; 31, 31; Hebreos 8, 8 ss., etc.). El
privilegio del Templo pertenece a Judá (Salmo
77, 68 s.).
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3. El mar:
El Mar Rojo que se dividió bajo la vara de
Moisés (Éxodo 14, 21). De la misma manera se
dividió el
“Jordán” (Josías 3, 16).
*
4 ss. Imágenes dramáticas que ilustran la
portentosa historia del pueblo de Dios.
*
7. Ante la
faz: Nácar-Colunga vierte:
a la
venida, y varios dan trascendencia mesiánica
a este pasaje. En realidad el estremecimiento de
la tierra está en la Escritura tanto como hecho
histórico (Salmo 67, 9) cuanto como anuncio
profético (Salmos 95, 9; 98, 1: Isaías 24, 19
s., etc.).
*
8. Esta milagrosa sorpresa de las aguas en el
desierto (Éxodo 17, 5; Números 20, 11) muestra
una vez más cómo nos deslumbra Dios en sus obras
con el misterio de la contradicción en que lo
grandioso resulta despreciable y viceversa, como
el sílex, imagen de la sequedad, convertido en
manantial. Cuando la Virgen nos revela la
misteriosa fisonomía de Dios, no hace más que
insistir en este aspecto (Lucas 1, 48 ss.).
Mientras no lo comprendamos íntimamente,
seguiremos siendo como los judíos que se
escandalizaban de Cristo, o los paganos que se
reían de Él (cf. I Corintios 1, 23; Hechos 17,
32; Salmo 112, 7 ss. y notas).
Israel alabe a su Dios
1*No
a nosotros, Yahvé, no a nosotros,
sino a tu Nombre da la gloria
por tu misericordia y tu fidelidad.
2
Por qué habrían de decir los gentiles:
“¿Dónde está el Dios de éstos?”
3*El
Dios nuestro está en el cielo;
Él hace todo cuanto quiere.
4*Los
ídolos de aquéllos
son plata y oro,
hechura de mano de hombre:
5tienen
boca, pero no hablan;
tienen ojos, mas no ven;
6tienen
orejas y no oyen;
tienen narices y no huelen;
7tienen
manos y no palpan,
tienen pies y no andan;
y de su garganta no sale voz.
8Semejantes
a ellos serán quienes los hacen,
quienquiera confía en ellos.
9La
casa de Israel confía en Yahvé;
Él es su auxilio y su escudo.
10*La
casa de Aarón confía en Yahvé;
Él es su auxilio y su escudo.
11Los
temerosos de Yahvé confían en Yahvé;
Él es su auxilio y su escudo.
12*Yahvé
se acuerda de nosotros y nos bendecirá:
bendecirá a la casa de Israel,
bendecirá a la casa de Aarón.
13Bendecirá
a los que temen a Yahvé,
tanto a pequeños como a grandes.
14Yahvé
os multiplicará
a vosotros y a vuestros hijos.
15Sois
benditos del Señor
que hizo el cielo y la tierra.
16*El
cielo es cielo de Yahvé;
mas dio la tierra a los hijos de los hombres.
17*Los
muertos no alaban a Yahvé,
ninguno de los que bajan al sepulcro.
18Nosotros,
en cambio, bendecimos a Yah,
desde ahora y para siempre.
*
1 s. Salmo independiente del anterior (cf. Salmo
113 a, 1 y nota). “En el momento en que este
Salmo fue compuesto, Israel se hallaba en un
estado de depresión, probablemente algún tiempo
después del retorno de Babilonia, en la época de
Ageo y de Zacarías (hacia 520 a. C.) o en la de
Malaquías (hacia 450). De semejante situación de
Israel, las naciones gentiles concluían que
Yahvé su Dios abandonaba a su pueblo o era
impotente para socorrerlo, y decían (versículo
2) ¿dónde está su Dios y qué hace?” (Calès). Cf.
Salmo 78, 10 y nota. De ahí que Israel suplicase
por su restauración mesiánica y definitiva, como
en la oración de Eclesiástico 36, no para gloria
del pueblo mismo, sino para que los profetas
resulten fieles en lo que prometieron
(Eclesiástico 36, 17-18; Romanos 15, 8), para
gloria de Dios. Tal es el sentido del versículo
1: No a
nosotros la gloria, sino a Ti. Palabras
profundas son éstas que la liturgia recoge y que
encierran en todo sentido una enseñanza
fundamental: Dios nos lo da todo, pero el honor
ha de ser todo para Él (Salmos 105, 8; 148, 13 y
notas; Ester 3, 2; 13, 14; I Timoteo 1, 17;
Judas 25), y todo el mérito de nuestra
salvación, para su Hijo Jesucristo (Apocalipsis
5, 9 y 13). En esta materia hemos de cuidarnos
mucho, y más aún cuando la Religión es mirada
como un prestigio, porque es muy propio del
hombre emprender actos de culto más que por el
deseo de alabar a Dios, por el honor o
conveniencia humanos, ya sean personales o
familiares, políticos, patrióticos, etc. (Mateo
6, 1 ss.; Lucas 6, 22 y 26; Juan 5, 44). La
santidad de Dios es demasiado sagrada para
ponerla al servicio de cualquier móvil, por
bueno que pueda ser humanamente, si no es
encaminado a la glorificación de Su Nombre, de
la cual Él es sumamente celoso (Isaías 42, 8;
48, 11), y ello se explica, pues de lo contrario
Él serviría de pretexto como a los fariseos y
escribas a quienes Jesús dijo que buscaban
recibir homenajes (Lucas 11, 43; Mateo 23, 5) en
los primeros cargos (ibíd. 6), o ser llamados
maestros (ibíd. 7-8) y andar con largas
vestiduras saludados por todo el pueblo (Lucas
20, 45), o ejercer dominio sobre los demás
(Lucas 22, 26; I Pedro 5, 3; III Juan 9). Véase
el ejemplo de Cristo en Filipenses 2, 7 s. y
nota. Por
tu misericordia y tu fidelidad. Dios nos
enseña aquí cómo esa gloria suya consiste en la
ostentación de su bondad (cf. Efesios 1, 6 y la
oración de la Misa del domingo X de
Pentecostés). Y es Él mismo quien hace que
nuestra dicha consista en alabar esa bondad. Cf.
Salmo 91, 2 y nota.
*
3. Él hace
todo cuanto quiere: ¡Qué gran luz para el
conocimiento de Dios! Porque no sólo hace cuanto
quiere por tener la fuerza omnipotente, sino
también por su libertad soberana y omnímoda. Así
como nadie podría oponérsele con un ejército,
nadie puede tampoco plantearle especiosas
razones de orden moral. Todo lo que Él hace está
bien por el solo hecho de que es Él quien lo
hace. El bien no es regla subsistente por sí
misma —como tienden a creer algunos filósofos— y
a la cual debemos someternos todos incluso Dios.
El bien es bien sólo en cuanto es voluntad de
Dios, porque Él es la fuente única de todo bien,
de modo que todo cuanto Él manda o pudiese
mandar, por más sorprendente que fuese para
nuestro modo de ver (cf. Isaías 55, 8 s.)
siempre sería santísimo, sólo por ser voluntad
suya. Así el sacrificio de Abrahán, el despojo
del oro egipcio por Israel, el homicidio de
Fineés, la matanza de los amalecitas, el odio de
David contra los enemigos de Dios, y tantas
otras cosas de la Biblia, sólo escandalizan a
las almas de poca fe, porque no han comprendido
que el bien está, en que Dios haga cuanto
quiere. ¡Ay de quien quiera ponerle reglas a Él!
Cf. Salmo 147, 9 y nota y la preciosa
observación de San Bernardo en la nota a Mateo
19, 16 siguientes.
*
4 ss. Célebre descripción sarcástica de los
ídolos
que no saben nada. Cf. Salmo 105, 19 y nota;
Sabiduría 13, 11 ss.; Isaías 44, 9 ss.; Jeremías
10, 3: Bar. capítulo 6; Habacuc 2, 19, etc.
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10 ss. Se espera aquí lo que se da por realizado
en Salmo 117, 2-4.
“La casa
de Aarón”: Los sacerdotes (cf. Salmo 109, 4
y nota). En todo este pasaje se pone, como
característica de los amigos de Dios, la
confianza en Él (cf. Salmo 32, 22 y nota). Y Él
responde con mil bendiciones: versículos 12 ss.,
así como castigó a Israel por no haber confiado
en su amor paternal (Sofonías 3, 2).
*
12 ss. Nos
bendecirá, etc.: Como observa Calès,
“compuesto para el culto inicial del segundo
Templo, para los repatriados de Babilonia que
estaban deprimidos por las dificultades de la
reinstalación en Palestina, preocupados por ser
tan pocos para ello y casi descorazonados al
comparar las tristes realidades presentes con
los magníficos cuadros del futuro que hacían
presentir los profetas, el Salmo levanta los
ánimos y hace esperar que las bendiciones están
próximas”. Cf. Salmo 84, 1 y nota.
*
16. El
cielo es cielo de Yahvé: Los LXX, la
Peschitto y San Jerónimo leyeron
“los
cielos de los cielos” (son de Yahvé). La
Vulgata dice:
el cielo
del cielo (cf. Salmo 112, 4 ss. y nota).
Según la concepción antigua, éste era el cielo
superior, llamado empíreo o tercero (II
Corintios 12, 2), habitación de Dios, bajo el
cual se suponía el cielo etéreo o segundo, en
que se mueven los astros, y luego la atmósfera,
que era el cielo inferior o aéreo, o firmamento.
*
17. Los
muertos: Véase Salmos 6, 6; 87, 11-13 y
notas; Isaías 38, 18 ss.; Baruc 2. 17;
Eclesiástico 14, 17, etc. Semejantes a los
muertos son los ídolos de que antes ha hablado,
porque ni ven, ni oyen, etc., y semejantes a
éstos son los que creen en ellos (versículo 8).
Es notable que estas mismas expresiones, tomadas
de Isaías 6, 9 s., hayan sido aplicadas por el
Señor Jesús a la ceguera de los que lo
escuchaban sin entender (Mateo 13, 14 s.; Lucas
8, 10; Juan 12, 39 s.) y que San Pablo haga lo
propio en Romanos 11, 8 y finalmente en Hechos
28, 26 ss., cuando les anuncia en definitiva el
paso de la salud a los gentiles.
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