Iglesia Remanente

Salmo 122

       

1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30 31 32 33 34 35
36 37 38 39 40 41 42
43 44 45 46 47 48 49
50 51 52 53 54 55 56
57 58 59 60 61 62 63
64 65 66 67 68 69 70
71 72 73 74 75 76 77
78 79 80 81 82 83 84
85 86 87 88 89 90 91
92 93 94 95 96 97 98
99 100 101 102 103 104 105
106 107 108 109 110 111 112
113 114 115 116 117 118 * 119
120 121 122 123 124 125 126
127 128 129 130 131 132 133
134 135 136 137 138 139 140
141 142 143 144 145 146 147
148 149 150        

* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)

 

Salmo 122 (123)

Los ojos fijos en Dios

1*Cántico gradual.

Levanto mis ojos a Ti

que habitas en los cielos.

2*Como los ojos de los siervos

están fijos en las manos de sus señores;

como los ojos de la sierva

en las manos de su señora,

así nuestros ojos están fijos

en Yahvé nuestro Dios,

hasta que se apiade de nosotros.

 

3Apiádate, Yahvé, senos propicio,

porque estamos colmados de desprecio.

4Nuestra alma está muy harta

del escarnio de los saciados,

del oprobio de los soberbios.

 



* 1. Es la confianza en el Padre la que late en cada palabra de esta oración, como en los Salmos 22 y 120. “El pequeño resto preservado de Israel ha sido repatriado del destierro babilónico. Pero en vez de las grandezas y alegrías, de la prosperidad y de la paz mesiánica que parecían prometerle las profecías, experimentaba la pobreza y la miseria, el desprecio y las vejaciones de sus vecinos y aun de sus propios elementos depravados. Su fe, empero, y su esperanza no desfallecen un instante. Fija sus ojos en el Padre del cielo... buscando la señal de su benevolencia y socorro” (Calès). Cf. Salmo 84, 1 y nota.

* 2. Imagen de la divina Providencia, digna de ser recordada especialmente en los días de prueba: Los siervos, dice San Agustín, mientras reciben azotes miran la mano del amo hasta que ella hace la señal de gracia. ¿Cuánto más no lo hará el hijo con su Padre? Cf. Hebreos 12, 2-13. “De la misericordia del Señor nunca se espera demasiado” (Don Orione).