Iglesia Remanente

Salmo 118

       

1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30 31 32 33 34 35
36 37 38 39 40 41 42
43 44 45 46 47 48 49
50 51 52 53 54 55 56
57 58 59 60 61 62 63
64 65 66 67 68 69 70
71 72 73 74 75 76 77
78 79 80 81 82 83 84
85 86 87 88 89 90 91
92 93 94 95 96 97 98
99 100 101 102 103 104 105
106 107 108 109 110 111 112
113 114 115 116 117 118 * 119
120 121 122 123 124 125 126
127 128 129 130 131 132 133
134 135 136 137 138 139 140
141 142 143 144 145 146 147
148 149 150        

* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)

 

Salmo 118 (119)

Elogio de la palabra divina

ALEF.

1*Dichosos aquellos

cuyo camino es perfecto,

que andan tras la Ley de Yahvé.

2*Bienaventurados

los que observan sus instrucciones,

de todo corazón lo buscan,

3*no cometen ninguna iniquidad,

siguen los caminos de Él.

4*Tu diste tus preceptos,

para que sean cuidadosamente guardados.

5¡Ojalá se afirmen mis pasos

hacia la guarda de tus palabras!

6Entonces no quedaré confundido

cuando contemple todos tus mandamientos.

7*Te alabaré por la rectitud de corazón,

aprendiendo los decretos de tu justicia.

8*Tus estatutos guardaré,

de ningún modo me desampares.



* 1. El Salmo 118 es el más extenso del Salterio. San Ambrosio le dedica 300 columnas in folio y lo atribuye a David, como lo hace también el Catecismo Romano (IV, 15, 15). Se compone en forma acróstica, de 22 estrofas, correspondientes a las letras del alefato hebreo, y en cada cual los ocho versículos comienzan igualmente con esa letra. La Ley de Dios, sus grandezas y excelencias, sus valores espirituales, son el tema único de este inmenso océano de sabiduría, lleno de portentosos secretos de vida sobrenatural, que los superficiales hallan monótono y cuya profundidad colmaba de admiración y deleite a Pascal (cf. versículo 18 y nota). Todos los 176 versículos, menos el 122, mencionan la Palabra de Dios bajo sus distintos aspectos. De ahí que los Santos Padres lo hayan considerado como un manual de perfección cristiana (Páramo). La primera estrofa nos muestra que la Palabra de Dios debe ser estudiada como fuente de felicidad (Mc Clellan). Perfecto: Aunque yo no lo sea —ni lo seré nunca en mí carne— tengo a mi disposición, en medio de este siglo depravado (Gálatas 1, 4), un camino perfecto. ¡Qué dicha incomparable para los que así lo creen de veras! Cf. Salmo 85, 11 y nota.

* 2. Bienaventuranza que Jesús confirmó en Lucas 11, 28. Es, dice el Crisóstomo, para los que escrutan la Palabra de Dios con interés, buscando en ella la sabiduría “como se buscan las riquezas”, y entraña una promesa; los que escuchan a Dios atentamente, le buscarán luego con todo su corazón, porque quedan sedientos de verdad y amor. Cf. S, 1, 2-3; Eclesiástico 24, 29; Juan 7, 17.

* 3. No cometen: Así también Vaccari, Crampón, Páramo, etc. Continúa el pensamiento del versículo 2 según el cual las palabras de Dios tienen la virtud de apartarnos del mal (cf. versículo 11), pues nos conceden el privilegio de revelarnos los caminos de Aquel que es el único perfecto (versículo 1). ¡Y lo hacen con la suavidad con que un padre alecciona a su hijo!

* 4 ss. Sigue desarrollándose el concepto: no se trata de repetir que los mandamientos deben cumplirse. Eso no añadiría ninguna enseñanza. Se trata, según nota Joüon sobre Lucas 11, 28, de custodiarlos, o sea de conocer y conservar empeñosamente las palabras de Dios en la memoria y la meditación, siguiendo el ejemplo de la Virgen (Lucas 2, 19 y 51), Entonces, dice el versículo 6, no temeremos sus mandamientos pues estaremos preparados para cumplirlos. Es lo que enseña Jesús en Marcos 14, 38. Cf. I Timoteo 3, 16.

* 7. Así también Rembold. La rectitud de corazón es la mejor alabanza a Dios, puesto que es lo que Él más aprecia (cf. Salmo 50, 8; Juan 1, 47). Y el que estudia esos juicios de Dios da muestra de ser recto, pues busca la verdad. Y su rectitud se confirma cada vez en contacto con esos juicios de Dios. Según esto vemos lo que significa, para la oración, el conocer la Palabra divina. El que no conoce a Cristo, dice San Agustín, se forma falsa idea de Él, y entonces no es escuchado cuando pide en su nombre (Juan 16, 23), porque el Padre ve que no está invocando al verdadero Cristo.

* 8. No es esto una audaz promesa como la de Pedro: “No te negaré”. Muy al contrario, es como decir: contando con tu auxilio me aprovecharé de los recursos de tu gracia. Cf. Juan 15, 5; Gálatas 2, 21; Filipenses 2, 13.

 

 

BET.

9* ¿Cómo el joven mantendrá puro su camino?

Conservando tus palabras.

 

10*Con toda mi alma te busco;

no permitas que yo ande errante

al margen de tus mandamientos.

11*En mi corazón escondo tus palabras,

para no pecar contra Ti.

12*Bendito seas, oh Yahvé,

enséñame tus decretos.

13*Con mis labios doy a conocer

todos los oráculos de tu boca.

14*En el camino de tus testimonios me deleito

como quien posee todas las riquezas.

15Quiero meditar en tus preceptos

y contemplar tus caminos;

16*gozarme en tus estatutos,

no olvidar tus palabras.



* 9. He aquí la pedagogía bíblica. Ya el tierno joven, para vencer nuestra naturaleza inclinada al mal, ha de acostumbrarse a leer y recordar la santa Palabra, guía y fortaleza en el sendero de Dios. Y cuando su cabeza, dice San Jerónimo, caiga dormida, que sea sobre la página sagrada que ha estado escrutando hasta el fin. Cf. versículo 55 y nota.

* 10. Véase aquí el efecto anunciado en el versículo 2. Conseguido ya su resultado, el alma insiste en implorar la fidelidad. Cf. Salmo 50, 13 y nota. Cf. Kempis IV, 11.

* 11. ¡Estupendo secreto que nos descubre el modo de no ofender a Dios! San Pablo confirma esta virtud de la Palabra que nos salva (Romanos 1, 16), nos prepara para toda obra buena (II Timoteo 3, 16 s.), y por eso debe permanecer en nosotros “opulentamente” (Colosenses 3, 16, texto griego). Cf. versículos 4-6 y nota; versículo 104; Santiago 2, 21.

* 12. ¡Enséñame! Para eso vino ante todo Jesús: como el Maestro bueno (Mateo 11, 29), que enseña a los pequeños lo que oculta a los sabios. Cf. Mateo 11, 25; 23, 8-10; Juan 6, 45; Hebreos 8, 11.

* 13. ¡Quién pudiera decir con certeza esta maravilla! Es el supremo mandato de Jesús a sus discípulos: trasmitir todo lo que Él les había enseñado (Mateo 5, 19; 28, 20; Marcos 16, 15; Juan 15, 15; Salmos 16, 4; 39, 10 s.; Sabiduría 7, 13; Daniel 12, 3). Es lo que el mismo Señor declaró y cumplió como su misión por excelencia (Juan 14, 26; 17, 6-8; 18, 37).

* 14. Si la Biblia costara una fortuna, como los manuscritos antes de la imprenta, quizá la apreciaríamos más que hoy cuando está al alcance de todos y hay tantos que no se interesan por ella. Cf. versículo 112; Sabiduría 7, 8 s.

* 16. Nótese los distintos aspectos en que se toma la Palabra de Dios en las diversas estrofas: preceptos, palabras, caminos, mandamientos, instituciones, juicios, justificaciones, testimonios, decretos, designios, oráculos, etc. (Cf., versículo 53 y nota). Es decir, que “no es la Ley en el sentido restringido de la legislación mosaica” (Calès) y no se muestra en la Palabra revelada un sentido preceptivo solamente, sino también las enseñanzas, promesas, verdades comunicadas sobre la vida de Dios y los designios admirables y bondadosos del divino Padre, todo lo cual nos adiestra y nos mueve a buscar con amor el cumplimiento de su voluntad, al menos en nosotros mientras la cizaña impida que ello se haga “en la tierra como en el cielo” (cf. Salmo 119, 7 y nota). Y si tanta riqueza tenía la Palabra de Dios en tiempo del salmista que así ponía en ella su deleite ¿qué no será para nosotros que tenemos todo el Nuevo Testamento, además de los Salmos, los Profetas, etc.?

 

 

GUIMEL.

17Haz merced a tu siervo que viva

y guarde tus palabras.

18*Quita el velo a mis ojos,

para que descubra las maravillas de tu Ley.

19*Peregrino soy en la tierra:

no me ocultes tus preceptos.

20*Mi alma se consume

anhelando en todo tiempo tus justificaciones.

21*Increpaste a los infatuados;

malditos esos

que se desvían de tus mandamientos.

22*Aparta de mí el oprobio y el desprecio,

porque sigo tus instrucciones.

23Aunque los príncipes se sientan

y confabulan contra mí,

tu siervo medita tus testimonios;

24*porque tus enseñanzas son mis delicias,

y tus leyes mis consejeros.



* 18. Quita el velo: Confesión de que no somos capaces de entender por nosotros mismos (I Corintios 2, 14), sino por el Espíritu Santo, que es quien inspiró la Escritura (II Pedro .1, 20) y nos hace penetrar hasta las profundidades de Dios (I Corintios 2, 10). Esto hizo Jesús con los apóstoles (Lucas 24, 45). Cf. versículos 12 y 34 y notas; Hechos 16, 14; II Corintios 3, 15 s.; I Juan 5. 20. El presente Salmo es un ejemplo de ello, pues mientras hay quienes lo tildan de monótono (versículo 1 y nota), el que lo medita no cesa de encontrarle atractivos nuevos y cada vez más profundos, como Pascal que, al decir de su hermana, “hallaba en él tantas cosas admirables, que sentía siempre un gozo nuevo en rezarlo, y cuando conversaba con sus amigos sobre la belleza de este Salmo quedaba como transportado y los elevaba junto con él”.

* 19. Peregrino en la oscuridad (Gálatas 1, 4 y nota) y no podría vivir sin la luz (II Pedro 1, 19; Kempis IV, 11) y la consolación de tu Palabra (Romanos 15, 4).

* 20. Se consume anhelando: San Ambrosio compara el don de la Palabra de Dios, vehículo de la Sabiduría, al beso de la boca divina que ansía la esposa del Cantar (Cantar de los Cantares 1, 1).

* 21. Esta maldición es el reverso de la bienaventuranza del versículo 2. Infatuados: Así también Desnoyers, con un matiz más ilustrativo que el de la simple soberbia. Se explica que llame infatuados a los que se apartan de la Ley divina (cf. versículo 51 ss.), pues quien no acepta que lo guíe su Creador (Juan 6, 45) se cree capaz de guiarse mejor que Él. Cf. Salmo 11, 5 y nota y la asombrosa declaración de Jesús en Juan 12, 47 s.

* 22. Oprobio: ¿De parte de Dios (versículo 21) o de los hombres (versículo 23)? Parece más bien de Aquél, porque los príncipes de este mundo persiguen siempre a quienes aman la Ley de Dios (cf. versículos 51 y 86), ya que la conducta del justo es una acusación contra ellos. Cf. II Timoteo 3, 12; Juan 17, 14.

* 24. Y si Él está conmigo ¿quién contra mí? (Romanos 8, 31).

 

 

DALET.

25*Postrada está mi alma en el polvo;

vuélveme la vida según tu palabra.

26*Te manifesté mis pasos y Tú me escuchaste;

enséñame tus disposiciones.

27*Instrúyeme en el camino de tus designios,

y contemplaré tus maravillas.

28* Mi alma vierte lágrimas de tristeza;

confórtame según tu palabra.

29*Aléjame del camino del error,

y favoréceme con tu Ley.

30*He deseado la senda de la verdad,

he hallado rectos tus juicios.

31*Me apoyo en tus testimonios;

no quieras confundirme, oh Yahvé.

32*Corro por el camino de tus mandamientos,

porque Tú me ensanchas el corazón.



* 25. ¿No parece que el salmista hubiese escuchado a Jesús en Juan 6, 63?

* 26. No te oculté mis miserias (Salmo 31, 5 y nota) ni mi impotencia para remediarlas (Salmo 93, 18). Cf. Salmos 36, 5; 114, 6.

* 27. Instrúyeme: Véase versículos 12 y 18 y notas.

* 28. Vierte lágrimas: Rembold traduce: está encorvada. Confórtame: cf. versículo 25.

* 29. Favoréceme con tu Ley” La Ley es, pues, un favor y no una carga. Es dar la norma de la verdad y del bien a quien vive en la oscuridad. Es abrir los ojos del ciego (versículo 18) y guiar al peregrino (versículo 19) para que su camino sea perfecto (versículo 1). Véase Salmo 24, 8 y nota y compárese Jeremías 7, 23 ss., sobre el móvil paternal de la Ley, con Jeremías 23, 33-38, que muestra la indignación de Dios contra los profetas y sacerdotes que la predicaban como una carga. Cf. Mateo 11, 29-30; 23. 4.

* 30. Así también Desnoyers, quien interpreta en estos términos: “Estimo que tus juicios ofrecen una perfecta rectitud y que internándose uno en la vía que ellos prescriben no se arriesga a dar pasos en falso.”

* 31. Nótese el inmenso vigor de estas expresiones, verdaderos gritos de la fe, que comprometen el honor de Dios. Si el que confía en su misericordia no puede quedar confundido (Salmo 32, 22 y nota), ¿cómo podría ser encañado por el “padre de la mentira” el hombre que confesando su nada, se apoya sin vacilar en la palabra de un Dios? (Juan 8, 31 s. y 44). Pero esta confianza en la Palabra es lo que más nos cuesta, porque nosotros queremos vivir de lo que vemos (Juan 20, 25 y 29) y ella nos hace vivir de la fe en lo que no vemos (Romanos 1, 17; Hebreos 11, 1-3). De ahí que ese “crédito” sea el mayor homenaje que el hombre puede hacerle a Dios (Hechos 16, 34 y nota).

* 32. Esta es una de las grandes perlas de la Sagrada Escritura; que nos hace elevarnos de la pura vía purgativa hacia la unitiva o de amor, mediante la iluminativa o descubrimiento de los inefables atractivos de Dios (cf. 38 ss. y nota). Cuando Él dilata nuestro pequeño corazón revelándonos los misterios de su sabiduría (I Corintios 2, 7) y de su amor y bondad en Cristo, que superan toda ciencia (Efesios 3, 19), entonces la caridad, que es la plenitud de la Ley (Romanos 13, 10), viene a nosotros por el Espíritu Santo (Romanos 5, 5); y entonces ya no caminamos sino corremos por el camino de los mandamientos (Salmo 36, 4).

 

 

HE.

33Muéstrame, Yahvé,

el camino de tus ordenaciones,

para seguirlo hasta el fin.

34*Dame entendimiento

para que observe tu Ley

y la practique con todo mi corazón.

35*Hazme marchar

por la senda de tus mandamientos,

porque en ella me deleito.

36*Inclina mi corazón hacia tus enseñanzas

y no vaya hacia el lucro.

37*Aparta mis ojos

para que no miren la vanidad;

dame la vida en tu camino.

38*Cumple en tu siervo tu promesa,

hecha para los que te temen.

39Aleja de mí el oprobio que me asusta,

pues tus juicios son tan amables.

40Mira cómo me he aficionado

a tus decretos;

hazme vivir por tu justicia.



* 34. Dame entendimiento: “¡Bien podríamos temer no alcanzarlo nunca para tan altas cosas, si no fuera que Jesús lo promete precisamente a los que nos sentimos pequeños!” Cf. los versículos 12, 73 y 169; Lucas 10, 21; Proverbios 9, 4; Isaías 28, 9; 29, 18; I Corintios 1, 27 s.; II Corintios 4, 3; Santiago 1, 5, etc.

* 35. Me deleito: o también, como dice la Vulgata: esa es la que deseo: es decir, la que yo elijo en este momento de serena meditación, y tal es mi voluntad auténtica, manifestada con plenitud de conciencia. Bien sé yo que pronto se desvanecerá este delicioso equilibrio y que la voluntad de la carne empezará a gritarme lo contrario (cf. Romanos 7, 14 ss. y notas); y precisamente por eso vengo a pedirte que seas Tú quien me hagas marchar cuando yo falte. Jesús tiene a este respecto seguridades y consuelos inefables que pueden verse en Juan 10, 28-29; Romanos 8, 28-29, etc.

* 36. Hacia el lucro: Así también Calès, Desnoyers, etcétera. Otros: hacia la avaricia (Prado, Nácar-Colunga). Solamente Dios, que gobierna los corazones (Proverbios 1, 21 y nota; Denz. 177), puede apartar el nuestro de la avaricia, que es una idolatría (Colosenses 3, 5) y de la codicia, raíz de todos los males (I Timoteo 6, 9) y hacer que pongamos nuestra ambición en Él (Mateo 6. 21) y en el estudio de su Palabra (Salmo 1, 3 y nota).

* 37. Continúa el mismo concepto y lo amplía. Vanidad no sólo es el mundo; somos nosotros mismos con nuestras concupiscencias (San Agustín). El cristiano supera el ideal del oráculo griego “conócete a ti mismo”, pues sabe que “nadie puede añadir un codo a su estatura” (Mateo 6, 27; Denz. 187) y eleva su mirada, de la pura introspección, para “fijarla en Cristo, autor y consumador de la fe” (Hebreos 12, 2). Un filósofo hace notar que esa elevación sobre el puro análisis de nosotros mismos es condición indispensable de la contemplación. Es dejar lo negativo por lo positivo: el no ser por el Ser. Es lo que expresa el Doctor de Hipona: “En mí hallo muerte, mas dónde vivir no hallo sino en Ti.”

* 38 ss. Nótese el proceso del alma: comienza por el temor inicial, descubre luego la suavidad de Dios en sus palabras y, enamorada de ellas, concluye ansiando la santidad. Son las tres vías de la vida espiritual (cf. versículo 32 y nota). Véase un proceso análogo en Eclesiástico 4, 18 ss. Cf. Salmos 33, 9; 110, 10 y nota; I Juan 5, 3; 4, 8; Mateo 11, 30; I Pedro 2, 3.

 

 

VAU.

41*Vengan sobre mí

tus misericordias, oh Yahvé;

y tu salud, según tus oráculos;

42y podré responder

a los que me reprochan

por haber confiado en tus palabras.

43*No quites de mi boca

la palabra de la verdad,

porque en tus designios

tengo puesta mi esperanza.

44*Y guardaré tu Ley para siempre,

en el siglo y por los siglos de los siglos.

45Ancho será el camino en que yo ande,

porque busco tus preceptos.

46*Hablaré de tus enseñanzas

delante de los reyes,

y no me avergonzaré.

47Y me deleitaré con las voluntades tuyas,

que yo amo.

48*Y alzaré mis manos hacia tus mandatos

y meditaré en tus enseñanzas.



* 41 s. Tu salud: El Mesías. El justo vive de la fe (Hebreos 10, 38), creyendo y esperando a veces, como Abrahán, contra toda apariencia (Romanos 4, 18), confiado en las promesas y vaticinios de Dios en medio de las burlas del mundo (Salmo 41, 4; Isaías 5, 19; Ezequiel 12, 27 s.; Lucas 17, 27; I Tesalonicenses 5, 3; II Pedro 3, 4). Bien se explica, como un suspiro de desahogo, esta ansiosa súplica que recuerda las de Salmos 85, 17 y 108, 27.

* 43. Porque sólo la Palabra misma tiene la virtud de mantener en la consolación y la paciencia (Romanos 15, 4; Apocalipsis 3, 10).

* 44 ss. Notemos también aquí el orden de las ideas: conservando en mi boca la Palabra de Dios seré capaz de cumplir su Ley (versículo 11 y nota); cumpliéndola, viviré en anchura de espíritu (cf. Proverbios 4, 10-12). Entonces no temeré ni a los reyes y me gozaré, etc. (versículo 89 y nota).

* 46. Texto citado en la Misa de las Vírgenes mártires. Cf. la promesa de Jesucristo en Mateo 10, 19 y 20.

* 48. Alzar las manos es símbolo de oración o de juramento (Salmo 27, 2; I Timoteo 2, 8; Apocalipsis 10, 5). El salmista quiere decir: adoro y deseo tus palabras como a Ti mismo. ¿Acaso Jesús no es la misma Palabra del Padre, el Verbo? Cf. versículo 105 y nota.

 

 

ZAIN.

49*Acuérdate de tu palabra a tu siervo,

en la cual me hiciste poner mi esperanza.

50*Esto es lo que me consuela en mi aflicción:

que tu palabra me da vida.

51*Los infatuados hacen burla de mí

hasta el extremo,

pero yo no me aparto de tu Ley.

52*Recuerdo tus antiguos juicios,

oh Yahvé, y quedo consolado.

53*La indignación se enciende en mí

a causa de esos malvados

que abandonan tu Ley.

54*Tus decretos se han hecho cantos para mí

en el lugar de mi destierro.

55*Durante la noche

me acuerdo de tu nombre, oh Yahvé,

y guardaré tu Ley.

56Ésta ha sido mi suerte: guardar tus preceptos.



* 49. Aquí, como en los versículos 41, 58, 65, 81, etc. vemos que las palabras de Dios son la medida de sus promesas, por lo Cual nuestra esperanza en estas crece en la proporción en que vamos conociendo esas palabras y creyéndolas (cf. Salmo 32, 22 y nota). Y ningún deseo nuestro puede alcanzar semejante medida, porque ella sobrepuja toda imaginación. Cf. Salmo 50, 3 y nota.

* 50. San Pablo (Romanos 15, 4) destaca esta virtud propia de las Escrituras divinas: son un don que Dios nos envía para consuelo. Y en vano lo buscaremos igual en ningún libro humano. Cf. versículo 92; Salmo 18, 9; Jeremías 15, 16; I Macabeos 12, 9, etc. Me da vida: Cf. versículo 25.

* 51. De todas las cosas divinas la más burlada y odiada por el mundo es la Palabra (cf. versículo 22 s.). Cristo lo dice de muchos modos (Mateo 11, 6; Juan 15, 20; 17, 14, etc.) y se explica que ella alarme a Satán más que ninguna otra cosa, porque es el arma de Dios (Hebreos 4, 12) y su instrumento de salvación (Romanos 1, 16). Cf. versículo 74 y nota; 86 s.; I Macabeos 1, 59 s.

* 52 Consolado: De esas burlas (versículo 51). ¿Qué saben, esos hombres solemnes de las maravillas del Espíritu y del Reino de Dios y de los privilegios que en él están a disposición de los pequeños? (Mateo 18, 3 s.). Así también en Salmo 62, 7 David y en Salmo 76, 12 Asaf, se consolaban con el recuerdo.

* 53. No le importa al salmista que lo ridiculicen (versículo 51) y de eso se consuela fácilmente (versículo 52). Lo que lo mueve a indignarse (la Vulgata dice dolerse) es que esos malvados que se erigen en maestros (cf. II Pedro capítulo 2) son los que han abandonado la Ley de Dios (cf. versículo 21). Así Jesús, que comía con los pecadores para mostrarles su corazón, se indignaba con la doblez de los fariseos y con los mercaderes del Templo y también desfallecía de dolor por ellos hasta el sudor de sangre. Abandonan tu Ley: Como observa Calès, la palabra Ley (Torah) tiene aquí, como en los Salmos 1 y 18, una acepción más amplia que el solo Pentateuco. Al término Ley y sus sinónimos se puede a menudo sustituir los de revelaciones divinas, promesas proféticas, enseñanzas proféticas, y sobre todo, voluntades de Dios, agrado divino (cf. versículo 16 y nota).

* 54. Cantos, y no ordenanzas de un tirano. Entre ambos conceptos media todo el abismo de la espiritualidad. De mi destierro, es decir que —como lo muestra elocuentemente el Salmo 136, 3 s. — no se trata de cantos que celebren “el gozo de vivir” (Gálatas 1, 4), sino que se alegran en la misericordia del Dios que perdona (cf. Romanos 3, 24 ss.) y en las promesas que nos dan esperanza (versículo 49).

* 55 ss. Dice San Ambrosio que David se levantaba cada noche a orar y alabar a Dios (versículo 62), porque el amor a su Palabra le desbordaba del corazón (versículo 56). Fácil es imitarlo con sólo consagrarnos, antes de dormir cada noche, a la lectura y meditación de la Palabra de Dios (versículo 9 y nota; cf. Salmos 1, 2; 62, 7).

 

 

HET.

57*He dicho, oh Yahvé, que mi suerte

es guardar tus palabras.

58*De todo corazón imploro tu rostro;

apiádate de mí conforme a tu promesa.

59Examiné mis caminos,

y volví mis pies hacia tus enseñanzas.

60Me apresuré, y no me he detenido

en guardar tus mandamientos.

61Los lazos de los pecadores me rodean,

mas no he dado tu Ley al olvido.

62A media noche me levanto para alabarte

por tus justos decretos.

63*Estoy asociado a todos los que te temen

y guardan tus preceptos.

64La tierra está llena

de tu misericordia, oh Yahvé,

hazme conocer tus disposiciones.



* 57. Mi suerte: Notemos que no habla de obligación sino de ventaja (cf. versículo 29 y nota). Tal es el privilegio de los que creen que Dios es nuestro Padre. Jesús llama “su comida” el hacer la voluntad paterna (Juan 4, 34).

* 58. Tu rostro, es decir, la visión luminosa de la fe viva, que nos hace sentir interiormente la realidad de Dios, no obstante las tinieblas de nuestra carne (cf. Salmo 26, 81. Al que así lo busca ¿se le esconderá acaso Dios? Véase la respuesta en Juan 6, 37 y 7, 17.

* 63. Estoy asociado: Forman un cuerpo místico todos los que temen al Señor, unidos en la Iglesia cuya cabeza es Cristo. Cf. versículos 74 v 79: Salmos 24, 21; 100, 6; Eclesiástico 27, 10; Mateo 18, 20. Otros vierten: “Soy amigo de”, etc.

 

 

TET.

65Conforme a tu palabra, oh Yahvé,

has obrado bondadosamente con tu siervo.

66*Enséñame el juicio recto y el conocimiento,

pues confío en tus preceptos.

67Antes que me humillaras anduve descarriado,

mas ahora me atengo a tu palabra.

68*Tú eres bueno y benéfico;

instrúyeme, pues, en tus enseñanzas.

69*Fraguan engaños contra mí los infatuados,

pero yo guardo tus preceptos

con todo mi corazón.

70*El corazón de ellos está craso como sebo,

mas yo tengo tu Ley como deleite.

71*Bueno me ha sido el ser maltratado,

para conocer tus estatutos.

72*Mejor es para mí la Ley de tu boca

que millares de oro y plata.



* 66. Enséñame: Porque creo en Ti como maestro. Cf. versículos 12, 18, 34 y notas. “El juicio recto”: Cf. Juan 7, 24.

* 68. Es la razón que Jesús da en Mateo 11, 29: Dejaos instruir por Mí porque como Maestro soy manso, y soy humilde de corazón.

* 69. Los infatuados: Cf. versículos 51-53; Salmo 52, 5 y notas.

* 70. Esta crasitud significa grosera insensibilidad del corazón, especialmente para lo sobrenatural. Es, en el Nuevo Testamento, la falta de espíritu (I Corintios 2, 14; Judas 19 y notas), que a veces Dios permite como sanción terrible (Hechos 28, 27) en los que “no aceptaron el amor de la verdad” (II Tesalonicenses 2, 10). Cf. Deuteronomio 32, 15; Mateo 13, 15.

* 71. Maltratado” Así también Desnoyers, refiriéndolo al versículo 69. No sería ya la humillación del versículo 67 sino la triste experiencia de los hombres, que lo llevó a desconfiar de ellos y estudiar a Dios, dispuesto a “arrepentirse y creer al Evangelio” (Marcos 1, 15) como el mensaje del perdón y del amor (Colosenses 1, 28).

* 72. “La caridad ama ella más la Ley de Dios que la codicia ama al oro y la plata” (San Agustín). Pero esto no es lo propio de nuestra natural inclinación, sino todo lo contrario. Sólo el don de sabiduría nos lleva a ese amor, haciéndonos conocer y saborear el verdadero bien (cf. introducción al Libro de la Sabiduría). Sólo entonces “nacemos de nuevo” (Juan 3, 3) y ponemos el corazón donde está nuestro nuevo tesoro (Lucas 12, 34; Colosenses 3. 1). ¡Ese don se da gratis a todo el que lo pida! (Santiago 1, 5; Sabiduría capítulos 6-9). Así lo hace el salmista en el versículo 73. Cf. versículo 34 y nota.

 

 

YOD.

73Tus manos me hicieron

y me formaron;

dame la inteligencia de tus disposiciones.

74*Los que te temen

se alegrarán al verme,

porque puse en tu palabra

toda mi esperanza.

75*Reconozco, Yahvé,

que tus juicios son justos

y que justamente me has humillado.

76Venga ahora tu misericordia a consolarme,

según la promesa que diste a tu siervo.

77*Vengan a mí tus piedades

para que tenga vida,

porque tu Ley hace mis delicias.

78*Confundido quede el fatuo;

mintiendo me ha deformado;

pero yo meditaré en tus mandatos.

79*Diríjanse a mí los que te temen,

los que conocen tus testimonios.

80*Sea mi corazón perfecto según tus leyes,

para que no quede confundido.



* 74. “El perfume de paz, que exhala en torno suyo, recrea y alegra a los demás; es un estímulo y una energía para la santificación de cuantos conocen a Dios” (Manresa). Cf. versículo 63 y nota. Para otros, empero, esa ingenua confianza en lo sobrenatural será “locura o escándalo” (versículo 42 y 51; Salmos 36, 12; 111, 9-10; I Corintios 1, 23; Hechos 17, 32; 7, 54). Dios hace que su Palabra sea así como una piedra de toque de las almas (Lucas 1, 34 s.; Hebreos 4, 12; I Pedro 2, 6 s.; I Juan 4, 6).

* 75 s. Véase estos conceptos desarrollados intensamente en el Salmo 50.

* 77. “Vida que lo sea en verdad, no hay más que la vida de Dios, y la vida nuestra está escondida con Cristo en Dios" (San Agustín). Cf. Colosenses 3, 3.

* 78. Mintiendo me ha deformado: Nácar-Colunga: sin razón me afligen. Pasaje diversamente traducido. “Pero yo”, etc.: Es decir, yo sé dónde está el remedio contra el engañó. Cf. Mateo 7, 15; Hechos 17, 11 y nota.

* 79. Es la pequeña grey que ansía reunirse para hablar de Dios. Cf. versículo 63 y nota; Salmo 132, 1; Malaquías 3, 16.

* 80. Según tus leyes, porque sólo ellas, y no las normas de origen humano (Marcos 7, 8; Colosenses 2, 8), contienen para el hombre la verdadera perfección. Cf. versículo 85 y nota; Mateo 19, 16.

 

 

CAF.

81*Desfallece mi alma

suspirando por la salud que de Ti viene;

cuento con tu palabra.

82*Desfallecen mis ojos

de tanto esperar tu promesa;

¿cuándo vendrás a consolarme?

83*He venido a ser como pellejo

expuesto al humo,

mas no he olvidado tus estatutos.

84*¿Cuántos son los días de tu siervo?

¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen?

85*El infatuado cavó fosas para mí;

él, que es contrario a la Ley.

86*Todos tus mandamientos son verdad;

mas ellos sin causa me persiguen;

ayúdame Tú.

87*Casi me han exterminado del país,

pero yo no abandoné tus preceptos.

88Según tu misericordia, consérvame la vida,

y guardaré los oráculos de tu boca.



* 81. Con este deseo ardiente y confiado que expresa el ansia de Israel por el Mesías, hemos de vivir hoy suspirando por su venida (Catecismo Romano I, 8, 2). Cf. Apocalipsis 22, 17; Salmo 129, 6 s. y notas.

* 82. De tanto esperar, etc.: Así también la Vulgata y parece requerirlo el contexto. Según Desnoyers, los ojos desfallecerían “tras de tus sentencias”, quizá buscándolas, quizá de tanto releerlas.

* 83. El pellejo (de vino) expuesto al humo se arruga y encoge hasta perder su forma. A ese extremo llega el menosprecio de los infatuados (versículo 84 ss.) hacia los discípulos que escuchan la palabra de Cristo. Cf. Lucas 6, 22; Juan 15, 18 ss.; I Corintios 4, 9 ss. y nota.

* 84. ¿Cuándo juzgarás? Véase la respuesta de Dios en Apocalipsis 6, 10-11; II Pedro 3, 9; Hebreos 11, 40.

* 85. Cf. versículos 51, 53, 69. La Vulgata trae otra hermosa versión: Los impíos me cuentan fábulas, pero no son como tu Ley, lo cual tiene gran elocuencia para expresar cómo la sabiduría de los hombres, aunque parezca lúcida, no puede nunca satisfacer al alma como la Palabra de Dios. Tal es el sentido de la célebre confesión de San Agustín: “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.” Cf. Salmo 93, 11 y nota. La Iglesia eligió este texto para el Introito de la Misa de San Justino (14 de abril), el cual decepcionado de todas las escuelas filosóficas “estudió la palabra del divino Crucificado y se convirtió al cristianismo” (Dom Lefebvre), pues en ella, como dice la oración de dicha misa, “le enseñó Dios maravillosamente la eminente ciencia de Jesucristo (Filipenses 3, 8) por medio de la locura de la Cruz” (I Corintios 1, 23).

* 86. Sin causa, etc.: Según otros: el que me persigue miente.

* 87. Del país: Así también Calès. Otros vierten: de la tierra; Bover-Cantera: Me aniquilan por poco en este mundo.

 

 

LAMED.

89*Tu palabra, oh Yahvé, es eterna,

permanece en el cielo.

90*Tu fidelidad, de generación en generación;

Tú formaste la tierra, y perdura.

91*Como Tú lo dispusiste,

así continúa en todo tiempo,

pues todas las cosas están a tu servicio.

92*Si yo no hubiera puesto

mis delicias en tu Ley,

ya habría perecido en mi angustia.

93No olvidaré nunca tus decretos,

porque en ellos me das la vida.

94*Yo soy tuyo: sálvame,

pues me empeño en hacer tu voluntad.

95*Los pecadores me espían para perderme;

pero yo sigo atento a tus preceptos.

96*A toda perfección le he hallado el límite,

mas tus estatutos no lo tienen.



* 89. Misterio digno de constante meditación: en el cielo permanece eternamente la misma Palabra cuyo don nos anticipa Dios en la Sagrada Escritura. Y aunque pasaran el cielo y la tierra (cf. II Pedro 3, 13; Apocalipsis 20, 11; 21, 1 ss.), la Palabra no pasará (Mateo 24, 35; Marcos 13, 31; Lucas 21, 33). Y esa Palabra, esa sabiduría de Dios que hace la felicidad del cielo, es el mismo Cristo Verbo, es decir, palabra del Padre, hecha hombre: Sabiduría encarnada, por quien y para quien todo fue hecho. Cf. versículos 44, 93, 111; I Pedro 1, 23-25; Apocalipsis 14, 6; Sabiduría 9, 9-11, etc.

* 90. Véase Salmo 88, 3 y 15, etc., donde Él hace continua ostentación de esa fidelidad.

* 91. La Palabra creadora es también conservadora. Sin ella nada podría subsistir (Salmo 103, 29 y nota). “A tu servicio”: Más fielmente que los hombres (Desnoyers). Cf. Sabiduría 5, 18-21; Romanos 8, 20 ss.

* 92. Mis delicias: Así también el nuevo Salterio Romano; otros: mi meditación. Cf. versículo 50 y nota.

* 94. Soy tuyo: “Sólo puede decirlo aquel cuyos pensamientos y afectos están enteramente puestos en Dios, que desprecia todo otro bien y que dice a Jesús, como los apóstoles: Muéstrame al Padre y ello me basta” (San Ambrosio).

* 95. Me espían: Jesús lo anunció en Juan 15, 20 (cf. Salmo 55, 7). Pero yo, etc.: En las persecuciones de los enemigos el remedio está en buscar las divinas palabras, fuente de la sabiduría y “río de la gracia” (Benedicto XV). Cf. versículo 92.

* 96. Todo pasa, menos la Palabra de Dios (versículo 89), que no dejará de cumplirse ni en una jota (Mateo 5, 18; 24, 35). El salmista nos ofrece un vigoroso contraste entre la limitación de todo lo humano y la única inmensidad que puede saciarnos. Cf. versículo 85; Eclesiástico 24, 38 y notas.

 

 

MEM.

97* ¡Oh Yahvé, cuánto amo tu Ley!

Es mi meditación de todo el día.

98*Tu mandamiento me hace más sabio

que mis enemigos,

porque él está siempre conmigo.

99*Estoy más instruido

que todos mis maestros,

porque tus enseñanzas son mi meditación.

100Entiendo más que los ancianos,

porque observo tus prescripciones.

101Aparto mis pies de toda senda mala,

para ser fiel a tus palabras.

102*No me desvío de tus decretos,

porque me enseñaste Tú.

103¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras!

Mas que la miel a mi boca.

104*Por tus preceptos me hago inteligente;

por eso aborrezco todo camino de iniquidad.



* 97. “Hay hombres que dedican su vida al estudio de los clásicos y esto se considera una noble pasión aun cuando se trata de autores paganos. ¿No ha de ser más fuerte el amor por las páginas que ha escrito el mismo Dios?”(P. de Segor). Tal fue la pasión de hombres como San Agustín, San Bernardo y tantos otros que apenas escribían una frase sin una cita de los libros sagrados. Los privilegiados frutos de este amor se muestran en los versículos que siguen. Cf. Salmo 1, 1 ss. y notas.

* 98. El israelita, aun oprimido por todos los paganos, no perdió su existencia ni la de su raza, porque conocía los designios de Dios (Salmo 147, 9) y los tenía siempre a su disposición.

* 99 ss. La paráfrasis que ofrece Scío explica esta notable superioridad del salmista sobre todos los doctores y ancianos, diciendo: “porque por medio de una serie y continua meditación me habéis hecho comprender cuál sea su espíritu verdadero”. Jesús establece esta superioridad del conocimiento espiritual sobre el puramente intelectual (Lucas 10, 21; cf. Salmo 130, 1; Job: 2, 20; Sabiduría 8, 10; I Corintios 2, 10 y 14; II Timoteo 3, 15) y la necesidad del corazón recto para entender a Dios (Mateo 5, 8 y nota).

* 102. Hermoso acto de amor: los cumplo porque se trata de Ti. De ahí la dulzura que expresa el versículo 103. Cf. Salmo 38, 10.

* 104. Me hago inteligente: Así también Crampón (Cf. Salmo 18, 8). Sobre la importancia de entender la Palabra véase 16 que dice Jesús en Mateo 13, 19.

 

 

NUN.

105*Antorcha para mis pies es tu palabra,

y luz para mi senda.

106*Juro, y me resuelvo

a guardar tus justas disposiciones.

107*Abatido estoy en gran manera, oh Yahvé;

dame vida según tu palabra.

108*Te sea grata, Yahvé,

la ofrenda de mis labios,

y enséñame tus designios.

109*Tengo constantemente mi vida en la mano,

pero tu Ley no se aparta de mi memoria.

110*Los malvados me tendieron un lazo,

mas yo no me desvié de tus preceptos.

111*Tus decretos son mi herencia para siempre,

porque constituyen

la alegría de mi corazón.

112*He inclinado mi corazón

a cumplir tus estatutos,

para siempre, hasta el fin.



* 105. El Concilio IV de Constantinopla cita este texto y otros concordantes (Salmo 18, 9; Proverbios 6, 23; Isaías 26, 9; LXX) para mostrar que las divinas palabras “se asimilan verdaderamente a la luz”, y dispone que el libro de los santos Evangelios, “en cuyas sílabas encontramos todos la salvación”, debe adorarse lo mismo que la Cruz y la Imagen de nuestro Señor Jesucristo (cf. versículo 89 y nota). Agrega que: si alguien no la adora no la verá “cuando Él venga en la gloria paterna a ser glorificado y glorificar a sus santos” (II Tesalonicenses 1, 10; Denz. 337; cf. versículo 48 y nota).

* 106. Este comienzo de nuestra conversión —que todos necesitamos como San Pedro (Lucas 22, 32)— sigue como lógica consecuencia cuando de veras nos persuadimos de que las disposiciones de Dios son la sabiduría misma, aunque nos parezcan tan paradójicas como las del Sermón de la montaña (cf. Mateo 5, 38 ss.) o el pago de los obreros de la última hora (Mateo 20, 8 ss.; cf. Mateo 11, 6; Lucas 7, 23 y notas). Lo que cuesta es persuadirse de ello. “Desde que el hombre, dice Mons. von Keppler, en la plenitud del paraíso, creyó a una víbora antes que a su creador y bienhechor, le ha quedado, como tremendo sello de decadencia, la credulidad más insensata a las palabras de los hombres y la más obstinada, aunque secreta, desconfianza a las palabras de Dios.”

* 107. Abatido, a causa de lo dicho en el versículo 106, pues los decretos divinos son contrarios a la sabiduría del mundo. De ahí que sólo cuente con el auxilio que reclama de Dios, pidiéndole que lo reanime, pero con esa vida que es según su Palabra. Jesús confirma que lo dicho en este versículo es consecuencia del anterior: “Yo les he dado tu palabra y el mundo les ha tomado odio” (Juan 17, 14).

* 108. La ofrenda de los labios consiste en las oraciones y alabanzas (Salmo 49, 14; Hebreos 13, 15 y notas) aunque no sean materialmente articuladas sino “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23 s.; cf. Mateo 6, 6-8). El suplicante pide a Dios que Él mismo se haga grata esta oración que le está haciendo, pues sabe que el hombre es incapaz de ello. “Siendo desagradables, fuimos amados para ser hechos agradables” (Denz. 198). Cf. versículo 147 s. y nota.

* 109. Tengo mi vida en la mano (expuesta a caérseme): modismo hebreo que señala el sumo grado de peligro (Job 13, 14). “Cada día muero”, dice San Pablo (I Corintios 15, 31).

* 110. Los malvados son los mismos que lo persiguen en los versículos 51-53, etc. Este lazo, que existe permanentemente en este “siglo malo” (Gálatas 1, 4), es el escándalo de que habla Jesús, el tropiezo “de los que creen” (Mateo 18, 6), es decir, que se refiere principalmente a la falsa doctrina, como se ve en el 2° hemistiquio. Cf. Mateo 7, 15 y nota.

* 111. Ha adquirido, como su patrimonio más precioso (cf. versículo 14 y nota), los documentos que contienen las palabras de Dios como un tesoro escondido (cf. Mateo 13, 44) y fuente de alegría. La Sagrada Biblia fue el primer libro publicado por la imprenta y tuvo muchas y espléndidas ediciones, en los tiempos de mayor fe. San Agustín no vacila en equiparar la Palabra al Cuerpo mismo de Cristo. ¿Puede explicarse que alguien tenga otros libros y carezca de éste? ¡Oh, si en cada hogar cristiano se conservase, leyese y meditase la Palabra de Dios! Véase versículo 105 y nota. Porque constituyen la alegría: “Podría escribirse, dice Mons. von Keppler, una teología de la alegría. No faltaría ciertamente material, pero el capítulo más fundamental y más interesante sería el bíblico. Basta tomar un libro de concordancia o índice de la Biblia para ver la importancia que en ella tiene la alegría: los nombres bíblicos que significan alegría se repiten miles y miles de veces. Y ello es muy de considerar en un libro que nunca emplea palabras vanas e innecesarias. Y así la Sagrada Escritura se nos convierte en un paraíso de delicias, “paradisus voluptatis” (Génesis 3, 23) en el que podemos encontrar la alegría cuando la hemos buscado inútilmente en el mundo o cuando la hemos perdido.”

* 112. Hasta el fin: Véase Mateo 10, 22; Hebreos 3, 6; Apocalipsis 2, 26. Como observa Fillion, la Vulgata expresa otro pensamiento: “por la esperanza del galardón”. Aquí el galardón está ya en la misma posesión y gozo de la Palabra (versículo 111; cf. Salmo 18, 12).

 

 

SAMEC.

113*Aborrezco a los de corazón doble

y amo tu Ley.

114Mi protector y mi escudo eres Tú;

mi esperanza está en tu palabra.

115*Alejaos de mí los malvados;

yo escrutaré las disposiciones de mi Dios.

116Sosténme, como lo tienes prometido,

y viviré;

no desalientes mi esperanza.

117*Sé mi apoyo para que sea salvo y tenga

constantemente mis ojos en tus decretos.

118Tú desprecias

a cuantos se apartan de tus órdenes,

pues su pensamiento es engañoso.

119*Yo tengo por escoria

a todos los impíos de la tierra;

por esto amo tus enseñanzas.

120*Ante Ti se estremece de temor mi carne;

tus juicios me llenan de espanto.



* 113. Sobre los de corazón doble, cf. Salmo 30, 7; Juan 1, 47; 3, 19; Santiago 1, 7 s.; 4, 8, etc. Sobre el odio santo, véase Salmos 96, 10; 108, 1; 138, 22; Eclesiástico 25, 3, etc.

* 115. Escrutaré: Así también LXX y Vulgata Es la actitud del que quiere sinceramente conocer a Dios: escapar de los mundanos que le roban el tiempo para estudiarlo (Salmo 6, 9). A este respecto Pío XII señala hoy con precisión los horizontes de grandes progresos teológicos que se presentan al investigador ante los nuevos datos que aporta la moderna intensificación de los estudios bíblicos, el descubrimiento de documentos, códices y papiros y especialmente el estudio del hebreo y el griego, lenguas originales de la Biblia, haciendo notar: a) que de todo ello brota gran luz “para entender mejor y con más plenitud los sagrados libros”; b) que “en la Edad Media, cuando la teología escolástica florecía más que nunca, aun el conocimiento de la lengua griega desde mucho tiempo antes se había disminuido de tal manera entre los occidentales que hasta los supremos doctores de aquellos tiempos, al explicar los divinos libros, solamente se apoyaban en la versión latina llamada Vulgata. Por el contrario, en estos nuestros tiempos no solamente la lengua griega, que desde el renacimiento de las letras humanas en cierto sentido ha sido resucitada a nueva vida, es ya familiar a todos los cultivadores de la antigüedad, sino que aun el conocimiento de la lengua hebrea y de otras lenguas orientales se ha propagado grandemente entre los nombres doctos”; c) que el gran adelanto que “no sin especial consejo de la providencia de Dios ha conseguido ésta nuestra época, invita y aun en cierto modo amonesta a los intérpretes de las Sagradas letras a aprovecharse con denuedo de tanta abundancia de luz para examinar con más profundidad los divinos oráculos”; d) que la extensión de ese campo es inagotable, dado que “no pocas cosas… apenas fueron explicadas por los expositores de los pasados siglos” habiendo “sólo muy pocas cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia y no son muchas más aquéllas en las que sea unánime la sentencia de los Santos Padres” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”).

* 117. Constantemente, esto es, no sólo para conquistar la unión contigo, sino más aún después de ella y como único modo de conservarla (cf. Mateo 26, 41; Lucas 10, 42; 11, 22-27). El versículo 118 confirma la doctrina de éste al mostrar cómo los que se apartan de la visión sobrenatural dejan de pensar rectamente.

* 119. Yo tengo: Así también Wutz y la Vulgata, etc. Es la consecuencia del versículo anterior. Otros leen: “Tú tienes”.

* 120. Espanto harto justificado para la carne y que pronto se convierte en gozo para los humildes (versículo 111; Salmo 93, 18, etc.). No puede entender nada del Evangelio el que no entiende esa gran revelación fundamental, infinitamente asombrosa, de que Jesús no vino a buscar a los justos ni a los sanos, sino a los enfermos y pecadores (Lucas S, 30 ss.). Y como Él dijo que no hay ninguno sano, ninguno que no necesite arrepentirse (Marcos 1, 15; Lucas 13, 5), quiso decir que “perecerán todos” cuantos no se cuenten entre los enfermos y pecadores necesitados de un Salvador. Cf. versículo 130 y nota; I Juan 1, 8-10.

 

 

AYIN.

121He abrazado la rectitud y la justicia,

no me entregues

en manos de mis opresores.

122*Responde Tú del bien por tu siervo,

no sea que me opriman los infatuados.

123*Mis ojos desfallecen

de tanto desear tu salvación

y la promesa de liberación.

124Haz con tu siervo según tu benignidad,

e instrúyeme en tus enseñanzas.

125Siervo tuyo soy; dame inteligencia,

a fin de que comprenda tus testimonios.

126*Tiempo es ya de obrar, oh Yahvé;

han hecho escarnio de tu Ley.

127Por eso amo yo tus mandamientos,

por sobre el oro, aun el más puro.

128*Por eso he escogido para mí

todos tus preceptos,

y odio todo camino de impostura.



* 122. Responde Tú: Hazte garante de mi fidelidad (según otros: de mi bien) para que los infatuados (versículos 51-53) no tengan pretexto de oprimirme. Cf. Salmo 120, 8.

* 123. La promesa de liberación: Así también Calès. Otros: y por tus oráculos de justicia. Cf. versículo 81.

* 126 s. Admiremos la elocuencia de este apremiante llamado (cf. Salmo 101, 14). Y el salmista, en una sublime reacción de amor, lejos de escandalizarse por el ambiente de apostasía que lo rodea, “por eso mismo” se adhiere más que nunca al amor de la divina Palabra (versículo 127) y la conserva “como una antorcha que luce en lugar oscuro” (II Pedro 1, 19). Cf. Apocalipsis 3, 8 y 10.

* 128. He escogido para mí: Hermosa avaricia es esta, propia de María que eligió la parte óptima (Lucas 10, 42); hermosa y tan rara, que por eso no hay peligro, dice Ludolfo el Cartujo, de que esa parte “le sea quitada”, pues nadie se la disputa. Jesús nos escogió, y no nosotros a Él (Juan 15, 16). Ahora es el tiempo de que nosotros lo escojamos, como aquí, “para nosotros”.

 

 

PE.

129*Tus prescripciones son maravillas;

por eso mi alma las observa.

130*La explicación de tus palabras ilumina,

a los simples les da inteligencia.

131*Abro mi boca y suspiro,

ansioso de tus órdenes.

132Vuélvete hacia mí y seme propicio,

como lo haces

con los que aman tu Nombre.

133*Dirige mis pasos mediante tus palabras,

para que no reine en mí

injusticia alguna.

134*Rescátame de la opresión de los hombres,

y seré obediente a tus preceptos.

135Muestra a tu siervo tu Rostro sereno,

y enséñame tus designios.

136*Ríos de agua han corrido de mis ojos,

porque tu Ley no es observada.



* 129. El célebre predicador Ráulica, en un momento de notable elocuencia, dice: “Si Dios no fuera admirable ¿acaso lo aceptaríamos? Yo no, por cierto. Me buscaría otro mejor.” Hay versiones que, en vez de las observa, dicen: las escruta o, como Fillion, las estudia detenidamente. Sin duda el conocimiento leva a la admiración y ésta a un ansia creciente de penetrar cada vez más esa sabiduría que “el primero que la estudió no acaba de conocerla, ni el último de penetrarla, porque su inteligencia es más vasta que el mar y su consejo más profundo que el abismo” (Eclesiástico 24, 26 s., versión Crampón).

* 130. Es éste un concepto que aparece en muchos libros de la Sagrada Escritura y que debe llenar de gozo a las almas simples (cf. versículo 105 y nota; Salmo 18, 8 s.: Proverbios 1, 4; Sabiduría 10, 21; Mateo 11, 25, etc.). La explicación de por qué Dios revela a los pequeños lo que oculta a los sabios —cosa en verdad decepcionante para todo intelectual que no tenga espíritu sobrenatural— está en que la inteligencia de esos misterios de Dios sólo se adquiere partiendo de la base de la nada del hombre, de su caída original, de su condición actual anormal y miserable. Y esto es inadmisible para esos sabios que precisamente son tenidos por tales a base de sus conceptos y empeños humanistas que tienden a exaltar lo que el mundo llama altos valores humanos. De suyo todo hombre no es sino flaqueza e inclinación al mal (cf. Juan 15, 5; Lucas 16, 15; Salmo 142, 2), y el que no admite esto como base no puede entender nada del Padre, cuyos misterios son todos de amor y misericordia para con esa humanidad caída. Entonces, quienes nos sentimos así, caídos, reconocemos en Él un Dios como hecho de medida para nosotros. Los demás no se interesan ante este tipo de Dios, pues no tienen conciencia de necesitar la misericordia y encuentran humillante y vergonzoso reconocer la maldad e impotencia de la humanidad. Cf. versículo 120 y nota; Salmo 68, 11 ss. y notas.

* 131. Y suspiro: Parece más exacto que jadeante. La Vulgata vierte: y atraje el espíritu (cf. Hechos 10, 44; Lucas 1. 41).

* 133. “Hay un libro que lo explica todo, pero que desgraciadamente muy pocos quieren leer porque nos exige, con autoridad divina, que pensemos como él, y para ello vemos que hemos de dejar no sólo las inclinaciones de nuestra carne sino también innumerables ideas preconcebidas según el criterio mundano, las cuales, como las tenemos por buenas, resultan más difíciles de abandonar que los vicios” (Keppler).

* 134. Rescátame: ¿Qué es la opresión de los hombres sino el respeto humano? La Palabra de Dios que nos libra de él, es un verdadero rescate, cumpliéndose entonces literalmente la promesa de Jesús en Juan 8, 31-32. Confirmase así lo que dice la nota precedente.

* 136. Es el concepto de los versículos 139 y 158, el celo que devoraba a Cristo y le arrancó sudor de sangre en Getsemaní: la tristeza de que el Amor no sea conocido ni amado.

 

 

SADE.

137Tú eres justo, Yahvé,

y tu juicio es recto.

138*Con justicia has impuesto tus preceptos,

y con gran benignidad.

139*Mi celo me consume,

porque mis adversarios

olvidan tus palabras.

140*Acendrada en extremo es tu palabra,

y tu siervo la ama.

141*Yo soy pequeño, soy despreciado,

mas no olvido tus preceptos.

142Tu justicia es justicia eterna,

y tu Ley es la verdad.

143Angustia y tribulación vinieron sobre mí,

mas tus sentencias son mis delicias.

144*La justicia de tus decretos es eterna;

instrúyeme en ellos y viviré.



* 138. Benignidad: Así también Rembold (cf. Mateo 11, 30 y nota). Otros: firmeza.

* 139. Cf. versículo 136 y nota. Los adversarios son los infatuados (versículos 51-53).

* 140. Acendrada en extremo: Purísima como probada por fuego (Salmo 11, 7).

* 141. Pequeño: Cf. versículos 98-100; 130, etc.

* 144. Viviré: Hay un paralelismo entre este misterio de la Palabra que da la vida y lo que se dice en el Prólogo al Evangelio de San Juan sobre el Verbo del Padre (o sea la Palabra) que se encarnó, en el cual estaba “la vida que era la luz de los hombres”. Jesús lo confirma expresamente en Juan 6, 63.

 

 

QOF.

145*Clamo con todo mi corazón;

escúchame, Yahvé;

quiero obedecer tus voluntades.

146Te he llamado; sálvame Tú,

y cumpliré tus preceptos.

147*Me anticipo a la aurora y grito,

pues tengo mi esperanza en tus palabras.

148Mis ojos se adelantan

a las vigilias de la noche,

para meditar tu palabra.

149Oh Yahvé, escucha mi voz

según tu misericordia,

y vivifícame conforme a tu justificación.

150Se acercan los que me persiguen inicuamente,

los que se alejan de tu Ley.

151Tú, Yahvé, estás cerca;

y todos tus caminos son verdad.

152Desde antiguo tus preceptos me enseñaron

que los estableciste para siempre.



* 145 s. El salmista nos enseña aquí la actitud normal del alma para con Dios. Querer, desear con todo el corazón obedecer la amable voluntad del Padre, pero, como sabemos que no somos capaces de ello (cf. Juan 13, 37 s.; 15, 5 y notas), pues es un don de Dios el servirlo como a Él le agrada (Colecta de la Domínica XII de Pentecostés; cf. Denz. 182 y 196 ss.), pedirle ante todo ese don: “sálvame Tú” y entonces podré agradarte (cf. versículo 108 y nota). Tal es “el buen espíritu” que Él desea le pidamos y promete darnos infaliblemente (Lucas 11, 13). El que no lo tiene, pues, es porque no lo quiere (Sabiduría 6, 14 s.; Isaías 55, 1; Santiago 1, 5). Y sin pedirlo no lo podemos tener, porque lo propio nuestro no es el buen espíritu, sino todo lo contrario. En cambio los bienes temporales —únicos que solemos pedir— se nos prometen “por añadidura”, pues “bien sabe vuestro Padre que todo esto necesitáis” (Mateo 6, 32 ss.). Por donde vemos que estos versículos constituyen una jaculatoria ideal para el cristiano.

* 147 s. Me anticipo (así Páramo, Calès, Desnoyers, Vulgata, etc.): Es como un impulso lírico de entusiasmo, de alegría por las promesas que espera, y también de santa impaciencia y ruego por ver si en ese nuevo día se cumplirán (cf. Apocalipsis 22, 17 y nota). Véase análoga actitud en David (Salmos 56, 9 y 107, 3) intentando que a su canto se despierte la misma aurora.

 

 

RESCH.

153*Mira mi aflicción y líbrame,

pues no me he olvidado de tu Ley.

154*Defiende Tú mi causa y rescátame,

guarda mi vida, conforme a tu promesa.

155*Lejos está de los impíos la salvación,

porque no se interesan por tus disposiciones.

156*Tus misericordias son muchas, oh Yahvé,

otórgame vida según tus designios.

157Muchos me persiguen y me atribulan,

pero yo no me aparto de tus preceptos.

158*A la vista de los impostores tuve asco;

ellos no hacían caso de tus palabras.

159Mira, Yahvé, que yo amo tus preceptos;

por tu misericordia, consérvame la vida.

160*La suma de tu palabra es la verdad,

y eternos son todos los decretos de tu justicia.

 



* 153. Notable enseñanza: El recordar las palabras de Dios antes estudiadas es el argumento para ser escuchado por Él en nuestras tribulaciones y tentaciones. Cf. Juan 14, 26 y nota.

* 154. Defiende Tú: Otros vierten: Lucha Tú por mi causa. El que quiera defensor infalible contra injustos enemigos, búsquelo en los Salmos 29, 34, 36, 108, etc.

* 155. Véase lo que enseña San Pablo sobre el fracaso del que quiere hacerse justo por sí mismo sin recurrir a la gracia, suprimiendo así el misterio de la Redención (Romanos 9, 30 ss.; 10, 3 ss.; 3, 24 ss.; Gálatas 2, 21).

* 156. Esto es, según lo que haya resuelto tu Corazón de Padre (cf. Salmo 50, 3 y nota): no quiero ni menos ni más de lo que tu amorosa bondad ha pensado para mí. El que se sienta muy ambicioso (cf. Isaías 55, 1; 64, 4) lea el primer capítulo de Efesios y el último del Apocalipsis.

* 158. ¡No hacían caso y predicaban a otros! Se trata, como en los versículos 51 ss.; 136, 139, 161, etc., de los falsos profetas o doctores. Cf. Mateo 23; II Pedro 2.

* 160. La suma (cf. Juan 17, 17): De ahí la maravillosa armonía entre las palabras de Dios. Puestos en contacto dos o más textos de la Escritura, se iluminan y embellecen recíprocamente, como sucede en la combinación de las notas musicales o de los colores, haciéndonos percibir un esplendor nuevo, por el cual la doctrina penetra más hondo en el espíritu.

 

 

SIN.

161*Me persiguen sin causa

los que tienen poder;

pero mi corazón teme a tus palabras.

162*Y tus oráculos me alegran tanto

como quien halla copioso botín.

163Odio la falsedad y le tengo horror;

pero tu Ley la amo.

164*Siete veces al día te digo mi alabanza

por tus justos juicios.

165*Mucha es la paz de los que aman tu Ley;

para ellos no hay piedra de escándalo.

166Aguardo, Yahvé, tu socorro,

mientras practico tus mandamientos.

167*Mi alma conserva tus enseñanzas,

y las ama sin medida.

168*Sigo tus preceptos y disposiciones,

porque Tú tienes en vista todos mis caminos.

 



* 161. A tus palabras: Y no a las amenazas de ellos. Es lo que Jesús enseña en Lucas 12, 4 s.

* 162. Es éste un llamado a que estudiemos la Biblia entera, “cuya conversación no tiene amargura, ni tedio su trato, sino consuelo y alegría” (Sabiduría 8, 16), sin excluir las profecías donde se hallan esas divinas promesas que nos llenan de anticipada felicidad en la esperanza (cf. Proverbios 10, 28 y nota). San Pablo nos exhorta a no despreciar ese estudio (I Tesalonicenses 5, 20), que es propio de los que quieren ser sabios (Eclesiástico 39, 1; cf. Isaías 34, 16; Mateo 13, 52; I Pedro 1, 10 ss.; Apocalipsis 1, 3, etc.). El fruto de esto será infaliblemente el que vemos en el versículo 163. Cf. Salmo 1, 1 ss.

* 164. Siete es número de perfección y universalidad (San Agustín). Cf. 11, 7; Proverbios 24, 16. De aquí viene la distribución del Breviario en siete horas canónicas además de los Maitines que eran el rezo de la noche.

* 165. Para ellos no hay piedra de escándalo: No tropezarán en la doctrina ni se escandalizarán de la oposición que hay entre las Palabras divinas y la prudencia del mundo (Mateo 11, 6; Lucas 7, 23 y notas), ni se sorprenderán ante las persecuciones o la apostasía (cf. I Juan 3, 12 s. y nota). Admiremos la inmensidad de esta promesa y ambicionémosla para nosotros (cf. Salmo 111, 7 y nota).

* 167. Santa Gertrudis refiere que, deseando un día ardientemente una reliquia de la Santa Cruz, Jesús le habló y le dijo que copiara en un papel alguna de sus Siete Palabras y lo llevase consigo como la mejor reliquia de su Pasión. ¿Acaso una carta de una persona amada no es mejor recuerdo que cualquier objeto material? Si muchos no aman el santo Evangelio, es porque lo miran como un conjunto de preceptos o cosas que Dios nos pide, cuando es esencialmente la “Buena Noticia” de las cosas que Él nos da, hasta llegar al supremo don de su amor, revelado en Juan 3, 16.

* 168. Vemos aquí que todos nuestros problemas están resueltos en las Palabras de Dios. Cf. versículo 133 y notas.

 

 

TAU.

169*Llegue a Ti, Yahvé, mi clamor,

adiéstrame según tu palabra.

170Penetre mi súplica hasta llegar a Ti,

y líbrame conforme a tu palabra.

171*Un himno brotará de mis labios

cuando Tú me hayas enseñado

tus justificaciones.

172Cante mi lengua tu palabra,

porque todos tus preceptos son justos.

173*Que tu mano esté cerca para ayudarme,

pues he preferido tus mandamientos.

174*Ansío la salud

que de Ti viene, oh Yahvé,

y en tu Ley he puesto mis delicias.

175*Viva, pues, mi alma para alabarte,

y tus decretos sean mi apoyo.

176*Si me he descarriado,

busca Tú a tú siervo

como oveja perdida,

porque no me he olvidado de tus leyes.



* 169. Adiéstrame: Véase versículo 34 y nota.

* 171. He aquí el fruto que te promete infaliblemente, oh lector, el libro que tienes en tu mano (cf. Apocalipsis 1, 3, y nota). “La inteligencia de las Sagradas Escrituras encierra delicias tales que nos hacen olvidarnos del mundo y aun de nosotros mismos” (Sta. Ángela de Foligno).

* 173. Es el privilegio del que con rectitud se ocupa preferentemente de buscar a Dios: puede contar con que la Providencia se ocupa de todo lo suyo (Mateo 6, 33). “Cuando Hamlet se plantea la duda: «ser o no ser», se pregunta si es más noble soportar los males o luchar contra ellos y ponerles fin. En este fin él no ve sino la muerte, el suicidio, el cual ha de evitarse sólo por miedo del más allá desconocido. Pero Jesús a todas esas dudas tiene respuesta ‘en función del Padre’. Ser o no ser no es ya cuestión de vivir o morir, sino de acción o pasión. Jesús nos salvó por ésta más que por aquélla. Su acción como predicador fue rechazada por su pueblo. Entonces vino su pasión, como un paso más allá de la acción. Por eso nos enseñó a no resistir al que es malo, a perdonar siempre y aun a poner la otra mejilla. Él planteó en otra forma el «ser o no ser» de Hamlet: no ya como vivir o suicidarse, sino que, contrariamente al estoico «sé varón», de Séneca, Él enseñó la gran conveniencia de «renunciarse a sí mismo», de morir en vida, cosa que sería ciertamente absurda si el hombre fuera naturalmente bueno, pero que es lógica y necesaria siendo la humanidad degenerada desde Adán. También sería absurdo ese «morir a sí mismo» si no hubiese Providencia y por eso, si Jesús lo da como solución, ello es solamente ‘en función de Dios’, de un Dios esencialmente activo. Si nos dice que no nos venguemos, no es para que triunfen los malvados, sino porque el Padre se encarga de la venganza; si nos dice que no pensemos en el mañana, no es para que muramos de hambre, sino porque a ello provee el Padre que viste a las flores y alimenta a los pájaros, de tal modo que a ninguno le falte nada. Todo es, pues, cuestión de creer, y no es extraño que así sea, pues Jesús sólo vino a hablarnos de la realidad de su padre. Sin ella no habría tenido nada que prometer, ni siquiera nada que decir.” Un pensamiento semejante revela el testamento de Shakespeare: “Pongo mi alma en las manos de Dios, mi creador, esperando y confiando con certeza que únicamente por los méritos de Jesucristo mi Salvador, seré admitido a la vida eterna.”

* 174. Es como decir: Quiero ser mendigo y no quiero salvarme por mí mismo sino que seas Tú mi Salvador para que la gloria sea toda tuya. El que dice esto da testimonio de verdadera fe y de la humildad que ella comporta.

* 175. Sean mi apoyo. Otros: vengan en mi ayuda. Ambos sentidos contienen gran enseñanza. Según el primero, hallamos en las palabras de Dios la mejor fuente en que apoyar nuestros juicios, como la antigua Patrística, que apenas hacía afirmación alguna sin fundarla en un pasaje de la Escritura. En el otro sentido, se invoca además el sostén espiritual que viene de la Palabra de Dios como “río de la gracia” según la llama Benedicto XV, siguiendo a San Jerónimo, en la Encíclica "Spiritus Paraclitus" sobre la lectura y meditación de la Sagrada Biblia.

* 176. Si me he descarriado: Como observa acertadamente Fillion, el texto hebreo admite muy bien esta forma condicional que da el verdadero sentido, hoy confirmado profundamente por las parábolas de Jesús en Lucas 15 1 ss. y Juan 10, 1 ss. “Si yo tuviera, Señor, la desgracia de extraviarme, dice un místico, estoy seguro de que no me dejarías llegar a perderme, pues bien sabes que, dándome Tú un golpe fuerte, mi mezquino corazón volverla a implorar tu perdón en la prueba, ya que no fue capaz de ser fiel en la prosperidad.”