| Isaías 18 | 
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							Oráculo contra Etiopía
							
							1*¡Ay 
							de la tierra del zumbido de alas 
							
							que está a la otra parte de los ríos de Etiopía; 
							
							2*que 
							envía embajadores por el mar 
							
							y en barcos de papiro sobre las aguas! 
							
							“Volved, veloces mensajeros, 
							
							al pueblo de alta estatura y bruñida piel, 
							al pueblo temible 
							desde su principio y sin cesar, 
							a la nación vigorosa e imperiosa, 
							cuya tierra surcan los ríos.” 
							3*Moradores 
							todos del orbe, 
							y habitantes de la tierra, 
							cuando se alce la bandera sobre los montes, mirad, 
							y cuando se toque la trompeta, escuchad. 
							4Porque así me ha dicho 
							Yahvé: 
							“Me quedaré tranquilo, y miraré desde mi morada, 
							como el calor sereno de la plena luz (del sol). 
							como una nube de rocío en el ardor de la siega.” 
							5Pues antes de la siega, 
							cuando haya caído la flor, 
							y los restos de la flor se estén convirtiendo en uva 
							madura, 
							corta Él las vides con la podadera, 
							quita las ramas y las arranca. 
							6Serán dejadas juntas a 
							merced de las aves rapaces de los montes, 
							y de las bestias de la tierra. 
							Las aves de rapiña 
							pasarán sobre ellos el verano, 
							y todas las bestias del campo el invierno. 
							7*En 
							aquel tiempo será traída una ofrenda a Yahvé de los 
							ejércitos, de parte de un pueblo de alta estatura y 
							bruñida piel, de un pueblo temible desde su 
							principio y sin cesar, de una nación vigorosa e 
							imperiosa, cuya tierra surcan los ríos, al lugar del 
							Nombre de Yahvé de los ejércitos, al monte Sión.  
							 
									
									
									
									
									* 
									1. Confiesa ya San Jerónimo que esta 
									profecía es oscurísima. Trata de Etiopia,
									cuyos reyes en tiempo de Isaías 
									dominaban la mayor parte de Egipto. El rey 
									etíope Sabaca había enviado su sobrino 
									Taraca con un ejército para socorrer al rey 
									de Judá contra Senaquerib (IV Reyes 19, 9). 
									Isaías desaprueba la alianza con los etíopes 
									y egipcios, porque sólo Dios puede y quiere 
									salvar a su pueblo. El país del Nilo se 
									llama tierra del zumbido de alas 
									(Vulgata: címbalo de alas), en 
									alusión a sus innumerables cantidades de 
									moscas, o por el ruido de las langostas que 
									venían de allí, o tal vez, por el tumulto de 
									las armas de sus ejércitos. Véase 7, 18 
									donde Egipto es comparado con un enjambre de 
									moscas. En cuanto a la ubicación histórica 
									de la embajada, véase Jeremías 37, 6 ss. 
									
									
									
									
									* 
									2. Barcos de papiro, porque los 
									etíopes, como los egipcios, se servían de 
									las fibras de papiro para fabricar botes. El 
									profeta pide a los mensajeros que vuelvan al
									pueblo de alta estatura, esto es, a 
									Etiopía. San Jerónimo vierte este verso de 
									otra manera: (Etiopía) Que envía 
									embajadores al mar, en barcos de papiro 
									sobre las aguas. Id, mensajeros veloces, a 
									una nación desgajada y despedazada, a un 
									pueblo terrible, después del cual no hay 
									otro, a una nación que espera y es hollada, 
									cuya tierra se comen los ríos. 
									
									
									
									
									* 
									3 ss. Los versículos que siguen, se refieren 
									a los asirios, que invadirán a Egipto, pero 
									no harán daño a Etiopía. Si Asur cae, todos 
									los pueblos han de verlo (versículo 3). Dios 
									deja crecer a Asiria pero antes de la 
									cosecha la abatirá (c. 5), arrojando los 
									cadáveres de sus guerreros para alimento de 
									las bestias (versículo 6). Véase 37, 36. 
									
									
									
									
									* 
									7. Será traída una ofrenda, etc.: 
									“Manera de expresar que los etíopes se 
									convertirán al Dios de Judá. Otros oráculos 
									anuncian este bendito acontecimiento. Cf. 
									45, 14; Salmos 67, 32; Sofonías 3, 10. Su 
									realización completa no debía tener lugar 
									sino en la época del Mesías” (Fillion). Cf. 
									66, 20, donde esta profecía se extiende a 
									todos los pueblos. 
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