Iglesia Remanente

Tobías 12

   

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El ángel se da a conocer

1Entonces Tobías llamó aparte a su hijo, y le dijo: “¿Qué podemos dar a este santo varón que ha ido contigo?” Respondiendo Tobías, dijo a su padre: “Oh padre, ¿qué salario le daremos? ¿O qué cosa podría considerarse como equivalente de sus beneficios? 3*Pues él me ha llevado y traído sano, cobró el dinero de Gabelo, me proporcionó esposa y ahuyentó de ella al demonio, causando alegría a sus padres; él me libró del pez que me iba a tragar, a ti te ha hecho ver la luz del cielo, y hemos sido colmados por medio de él de todos los bienes. ¿Qué podremos darle que corresponda a tantos favores? 4Mas yo te pido, padre mío, que le preguntes si por ventura se dignará tomar para sí la mitad de todo lo que hemos traído.” 5Llamándolo aparte el padre y el hijo empezaron a rogarle que se dignase aceptar la mitad de todo lo que habían traído.

6Entonces el ángel, estando solo con ellos, les dijo: “Bendecid al Dios del cielo, y glorificadle delante de todos los vivientes, pues ha mostrado en vosotros su misericordia. 7*Porque así como es bueno guardar el secreto del rey, así es cosa honorífica revelar y pregonar las obras de Dios. 8Buena es la oración con el ayuno, y mejor la limosna que acumular tesoros de oro; 9*porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna. 10*Más los que cometen pecado e iniquidad, son enemigos de su propia alma. 11Por eso voy a manifestaros la verdad, sin encubriros lo que ha estado oculto. 12Cuando tú orabas con lágrimas y enterrabas a los muertos y dejabas tu comida y escondías de día los muertos en tu casa y los sepultabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor. 13*Y por lo mismo que eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase. 14Ahora el Señor me envió a sanarte a ti, y a librar del demonio a Sara, mujer de tu hijo. 15*Porque yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que asistimos delante del Señor.”

16Cuando oyeron estas palabras, quedaron turbados y temblando cayeron en tierra sobre su rostro. 17Pero el ángel les dijo: “La paz sea con vosotros, no temáis. 18Pues cuando estaba yo con vosotros, estaba por voluntad de Dios. Bendecid a Él y cantad sus alabanzas. 19*Vosotros creíais por cierto que yo comía y bebía con vosotros; más yo me sustento de un manjar invisible y de una bebida que no puede ser vista de los hombres. 20Ya es tiempo de que me vuelva al que me ha enviado; vosotros, empero, bendecid a Dios, y pregonad todas sus maravillas.”

21Dicho esto desapareció de su vista, y no pudieron ya verlo más. 22Entonces, postrados sobre su rostro durante tres horas, bendijeron a Dios. Después se levantaron y contaron todas estas maravillas.



* 3. He aquí el oficio del Ángel de la guarda. Lo que San Rafael hizo visiblemente con el hijo de Tobías, eso mismo hacen de una manera invisible con nosotros los Ángeles Custodios (cf. 10, 11 y nota). Como Tobías, vencido por el peso de la misericordia, así el sacerdote, después de recibir en la Misa el supremo don de Dios, su propio Hijo, exclama también: Quid retribuam? ¿Qué podré darte? Y el Padre celestial, que no necesita de nosotros (Salmos 15, 2; 49, 813) nos contesta pidiéndonos lo único que le interesa, lo único que le falta: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23, 26). Hoy podemos retribuir dignamente al Padre, gracias a la ofrenda de su Hijo, que le da una gloria infinita. Tal es lo que hacemos en la Misa, diciéndole, junto con el sacerdote, después de la consagración, que le ofrecemos como sacrificio lo que Él mismo nos dio (de tuis donis ac datis Hostiam). es decir: ese Hijo amadísimo, del cual recibe el Padre “todo honor y gloria”. Véase final del Canon y Mateo 3, 17 y 17, 5.

* 7. Los planes de los reyes necesitan un secreto impenetrable para no ser desbaratados. Las obras de Dios, empero, han de propalarse, porque su gloria consiste en la manifestación de su misericordia y su verdad. Por eso predicar es sinónimo de alabar. Véase Salmos 39, 10-11; 70, 15; 88, 2; 49, 14; Hebreos 13, 15, etcétera.

* 9. Por limosna han de entenderse aquí todas las obras de misericordia. “Así como el fuego del infierno, dice San Cipriano, se apaga con el agua saludable del bautismo, así la llama del pecado se apaga con la limosna y las obras buenas”. “Las limosnas, dice San León Magno, borran los pecados, y preservan de la muerte y del infierno.” Véase 4, 11 Mateo 25. 34 ss.

* 10. Pensamiento que esconde una gran profundidad espiritual, pues muestra que nuestro Padre no nos ha prohibido cosas por hacer alarde de su poder, ni porque Él pierda nada con ellas, sino porque nos hacen daño (Salmo 24, 8-9). Tal es la dolorosísima exclamación que brota del Corazón de Jesús en Juan 5, 41 ss.

* 13. Véase Lucas 24, 26; Juan 15, 2-3; Romanos 5, 3; Hebreos 12, 6 y 8; Santiago 1, 3; I Pedro 1, 7. No hay grandes virtudes sin grandes pruebas. Si queremos triunfar es preciso luchar.

* 15. Uno de los siete: Cf. Apocalipsis 1, 4; 5, 6; 8, 2.

* 19. Este manjar invisible es la visión beatifica de Dios Jueces 13, 16; Salmo 16, 15). En el cielo no habrá comida (Romanos 14, 17) porque ésta es perecedera (1 Corintios 6, 13; Juan 6, 27). Véase también Juan 4, 32-34, y las promesas de Jesús en Mateo 26, 29; Lucas 22, 16 y 18 y 30; 14, 15; Apocalipsis 19, 9.