Baruc |
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Continuación de la plegaria
1Y ahora, Señor
todopoderoso, Dios de Israel, un alma angustiada y
un espíritu acongojado dirige a Ti sus clamores.
2Atiende, Señor, y ten piedad de
nosotros, porque eres un Dios misericordioso; y
apiádate de nosotros, porque hemos pecado en tu
presencia. 3Tú permaneces eternamente;
pero nosotros ¿habremos de perecer para siempre?
4*Oh
Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha ahora la
oración de los muertos de Israel, y de los hijos de
aquellos que pecaron ante Ti, y no quisieron
escuchar la voz del Señor, su Dios, por lo cual se
ha pegado a nosotros el mal. 5No te
acuerdes de las iniquidades de nuestros padres;
acuérdate, si, en este tiempo, de tu poder y de tu
nombre. 6Porque Tú eres el Señor, Dios
nuestro; y nosotros, oh Señor, te tributaremos
alabanza. 7Pues por eso has llenado de
temor nuestros corazones, a fin de que invoquemos tu
nombre y te alabemos en nuestra cautividad, ya que
nos hemos alejado de la iniquidad de nuestros padres
que pecaron delante de Ti. 8Henos aquí
hoy en nuestro cautiverio, en donde nos tienes
dispersos para que seamos objeto de escarnio y
maldición, y para expiación de todas las maldades de
nuestros padres, que se apartaron del Señor, Dios
nuestro.”
Exhortación a la sabiduría
9*Escucha,
Israel, los mandamientos de vida;
aplica tus oídos para aprender la sabiduría.
10¿Cuál es el motivo, oh
Israel,
de que estés en tierra de enemigos?
11¿Y de que hayas envejecido
en país extranjero,
contaminándote con los muertos,
y de que ya se te cuente en el número de los que
descienden al sepulcro?
12*Porque
has abandonado la fuente de la sabiduría.
13Si hubieses andado por la
senda de Dios,
vivirías en perpetua paz.
14Aprende dónde está la
sabiduría,
dónde la fortaleza, dónde la inteligencia,
para que sepas también dónde hay longevidad y vida,
y dónde está la luz de los ojos y la paz.
15*¿Quién
halló la morada de la (sabiduría)?
¿Quién penetró en sus tesoros?
16*¿Dónde
están los príncipes de las naciones
y los dominadores de las bestias de la tierra?
17¿Aquellos que jugaban con
las aves del cielo,
18y atesoraban la plata y el
oro
en que los hombres ponen su confianza,
y en cuya adquisición jamás acaban de saciarse;
aquellos que labraban con tanto afán la plata,
de modo que sus obras eran sin igual?
19Exterminados fueron y
descendieron a los infiernos,
y en su lugar se levantaron otros.
20Generaciones jóvenes vieron
la luz, y habitaron sobre la tierra,
pero desconocieron el camino de la sabiduría;
21no comprendieron sus
sendas,
ni la abrazaron sus hijos;
por eso ella se alejó de su rostro.
22*No
se oyó palabra de ella en el país de Canaán,
ni fue vista en Temán.
23Asimismo los hijos de Agar,
que van en busca de la prudencia que procede de la
tierra,
los negociantes de Merra y de Temán,
los autores de parábolas y los investigadores de la
inteligencia,
ignoraron igualmente el camino de la sabiduría
y olvidaron sus sendas.
24*¡Oh
Israel, cuán grande es la casa de Dios,
y cuan espacioso el lugar de su posesión!
25Grande es y no tiene
término;
excelso es e inmenso.
26*Allí
vivieron los famosos gigantes, que hubo al
principio,
de elevada estatura, diestros en la guerra.
27No a éstos eligió el Señor,
ni encontraron la senda de la doctrina; por esto
perecieron.
28Y por cuanto no tuvieron
sabiduría
perecieron por su necedad.
29*¿Quién
subió al cielo y se apoderó de ella,
y la hizo descender de las nubes?
30¿Quién atravesó los mares y
la halló,
y la trajo por oro purísimo?
31No hay quien pueda conocer
los caminos de ella,
ni investigar sus sendas.
32Solamente Aquel que sabe
todas las cosas,
la conoce y la descubrió con su inteligencia;
Aquel que fundó la tierra para siempre
y la pobló de animales y cuadrúpedos;
33Aquel que envía la luz y
ella marcha;
la llama y ella obedece temblando.
34Las estrellas difunden su
luz en sus atalayas,
y lo hacen con alegría.
35*Fueron
llamadas, y dijeron: “Aquí estamos”;
y gozosas dieron luz al que las creó.
36Éste es nuestro Dios,
ningún otro será reputado por tal a su lado.
37*Él
halló todos los caminos de la sabiduría,
y la dio a su siervo Jacob,
y a Israel, su amado.
38*Después
de esto, se ha dejado ver sobre la tierra,
y conversó con los hombres.
*
4. Los
muertos de Israel son los mismos
desterrados, puesto que son como una nación
muerta y destinada a la perdición si Dios no
los salva milagrosamente.
Se ha
pegado a nosotros el mal: El profeta usa
esta expresión gráfica otra vez (la primera
en 1, 20), para señalar lo inevitable e
inseparable que era el mal para los judíos.
Eran casi una misma cosa, ellos y el mal.
*
9.
Escucha, ¡oh Israel!: Este apostrofe,
que empieza como el famoso
Schma Israel (Deuteronomio 6, 4), es la respuesta suavísima del
Padre Celestial a la sincera confesión
precedente y contiene uno de los mis
sublimes elogios de la Sabiduría.
*
12. La razón que aquí da el mismo Dios del
origen de todos los males, coincide con lo
que Israel ha confesado en el versículo 4, y
se aplica igualmente a todos los tiempos.
Así como la Sabiduría que viene de Dios,
trae consigo todos los bienes (Sabiduría 7,
11), la falta de ella es causa de todos los
males. “Vemos hoy día males sin número,
guerras cada vez más terribles, luchas entre
las clases sociales, entre el capital y los
trabajadores, la destrucción de la familia
del hogar, de la personalidad y de la
dignidad humanas. Vemos luchas ideológicas,
esfuerzos titánicos para alcanzar fortuna,
poder, honor; los cuales, si fracasan, hacen
del hombre el ser más infeliz del mundo.
Vemos adelantos técnicos y progresos
científicos que debieran ser destinados para
servir al bienestar de la humanidad y que
ton empleados como medios de destrucción.
¡Por qué todo eso? se pregunta el hombre y
Dios le contesta por boca del profeta Baruc:
«Porque has abandonado la fuente de la
sabiduría. Si hubieses andado por la senda
de Dios, habitarías en perpetua paz»”
(Elpis).
*
15 ss. Demuestra que la sabiduría no se
encuentra entre los hombres, porque
pertenece a Dios. Sin embargo, Él la pone a
la disposición de los hombres en su Palabra
revelada y se apresura a prodigarla a todo
el que la desea. Véase Sabiduría 6, 14 s.;
Santiago 1, 5.
*
16 ss. Observemos aquí las mismas ilusiones
que todavía engañan a los hombres de hoy.
*
22 s. Enumera pueblos que poseían renombre
de sabios.
Temán,
tribu de Edom, conocido por este concepto
(Jeremías 49, 7 y nota).
Los
hijos de Agar: los árabes. En vez de
Merra
leen algunos Madián, porque Merra es nombre
desconocido. La prudencia que procede de la
tierra: ¿No parece ésta una expresión de San
Pablo? Cf. Gálatas 1, 11 s.; I Corintios
capítulos 1-3. David opone elocuentemente
esta sabiduría humana a la que viene de Dios
(Salmo 118, 85 y nota).
*
24. La
casa de Dios: el admirable universo, que
David celebra en los Salmos 8; 18 y 103.
*
26. Tampoco los
gigantes antediluvianos eran sabios. De
lo contrario no habrían perecido en el
diluvio. Véase 6, 1 ss.; Job 22, 15;
Sabiduría 14, 6; Eclesiástico 16, 8.
*
29.
¿Quién subió? Ciertamente ningún hombre,
pero sí Jesús, el que bajó del cielo (Juan
3, 13) donde vio al Padre (Juan 6, 46). Él
es quien lo conoce (Juan 1, 18). Véase
Proverbios 30, 4 y nota.
*
35. Véase Isaías 30, 36.
Gozosas de servir. Aquí, como en Job 38, 7, se alude a la naturaleza
purísima, tal como salió de sus manos antes
de la maldición que trajo el pecado (Cf.
Génesis 3, 17). Ahora, según San Pablo, ella
espera con ansia su restauración junto con
la “redención de nuestros cuerpos” (Romanos
8, 19 ss.). Es de notar que está condenada
la tesis de que el mundo ha de ser
totalmente aniquilado de modo natural (Denz.
717 a.).
*
37. Se acentúa aquí el privilegio de Israel
como depositario de la Sabiduría revelada,
privilegio que San Pablo expone en Romanos
9, 1-5. Véase Salmo 147, 8 s. y notas.
*
38. Los santos Padres entienden este pasaje
de la Sabiduría personificada, o sea, del
Verbo - Jesús. La Sabiduría que habló por
Moisés y los profetas, se manifestará en
persona para conversar con los hombres.
Véase Juan 1, 14; Tito 2, 11; 3, 4; Hebreos
1, 1 ss. ; Éxodo 33, 11; Proverbios 6, 22;
Sabiduría 7, 26 y notas.
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