Zacarías 14 |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
08 | 09 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
Auxilio divino para Jerusalén
1*He
aquí que viene el día de Yahvé, y en medio de ti serán
repartidos tus despojos. 2Porque reuniré a todas
las naciones para que peleen contra Jerusalén. La ciudad
será tomada, serán saqueadas las casas y violadas las
mujeres, y la mitad de la ciudad será llevada al cautiverio;
pero un resto del pueblo podrá permanecer en la ciudad.
3Entonces saldrá Yahvé y combatirá a aquellas
naciones, como peleó en el día de la batalla. 4*Pondrá
en aquel día sus pies sobre el monte de los Olivos, que está
frente a Jerusalén, al lado de levante; y el monte de los
Olivos se partirá por en medio, hacia levante y hacia
poniente, y (se
formará) un valle muy grande; la mitad del monte se
trasladará hacia el norte, y la otra hacia el mediodía.
5Entonces huiréis por el valle de mis montes; pues el
valle de los montes llegará hasta Asal. Huiréis como
huisteis cuando el terremoto en tiempos de Ocias, rey de
Judá; y vendrá Yahvé, mi Dios, y con Él todos los santos.
6*En
aquel día no habrá luz, sino frío y hielo. 7Será
único ese día que (sólo) conoce Yahvé; no será ni día ni noche, mas a la hora de la
tarde habrá luz. 8*En
aquel día saldrán de Jerusalén aguas vivas: la mitad de
ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar
occidental, tanto en verano como en invierno. 9*Y
Yahvé será Rey sobre la tierra entera; pues en aquel día
Yahvé será único, y único su Nombre. 10*Todo
el país será transformado en llanura, desde Geba hasta
Rimmón, al sur de Jerusalén; y ésta quedará elevada y
habitada en su
(antiguo) sitio, desde la puerta de Benjamín, hasta el
lugar de la Puerta antigua, hasta la puerta del Ángulo, y
desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey.
11*Habitarán
en ella y no habrá más anatema. Jerusalén vivirá en paz.
Ruina de los enemigos
12*Y
ésta será la plaga con que Yahvé herirá a todos los pueblos
que hicieron guerra a Jerusalén. Estando ellos en pie se
consumirá su carne, sus ojos se corromperán en sus cuencas,
y su lengua se les pudrirá en la boca. 13En aquel
día habrá gran confusión entre ellos; agarrará cada cual la
mano del otro, y alzará la mano contra su prójimo. 14También
Judá luchará en Jerusalén; y serán juntadas las riquezas de
todas las naciones circunvecinas; oro y plata y vestidos en
gran abundancia. 15La misma plaga herirá a los
caballos, mulos, camellos, asnos y todas las bestias que se
hallaren en aquel campamento.
Conversión de los gentiles
16*Y
todos aquellos que quedaren de todas las naciones que
vinieron contra Jerusalén, subirán año por año, para adorar
al Rey, Yahvé de los ejércitos, y celebrar la fiesta de los
Tabernáculos. 17No vendrá lluvia sobre aquellas
tribus de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar
al Rey, Yahvé de los ejércitos. 18Y si el pueblo
de Egipto no sube y no viene, no
(lloverá) sobre él, habrá allí aquella plaga con que Yahvé herirá
las naciones que no suben a celebrar la fiesta de los
Tabernáculos. 19*Tal
será el castigo de Egipto, y el castigo de todas las gentes
que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
Santidad de Jerusalén
20*En
aquel día, aun sobre las campanillas de los caballos
(se escribirá):
“Consagrado a Yahvé”, y las ollas en la Casa de Yahvé serán
como los vasos de libación delante del altar. 21Toda
olla en Jerusalén y en Judá será consagrada a Yahvé de los
ejércitos; y todos los que ofrecieren sacrificios vendrán, y
las tomaran para cocer en ellas; y no habrá ya cananeos en
la Casa de Yahvé de los ejércitos, en aquel día.
*
1 ss. Este capítulo ha recibido diversos títulos,
los que en el fondo coinciden: “Ultimo ímpetu de los
gentiles contra Jerusalén e imperio universal de
Dios” (Simón-Prado): “El gran día dé Yahvé y la
nueva Jerusalén” (Fillion); “Juicio de las gentes y
santificación de Jerusalén” (Nácar-Colunga y
Crampón), etc. Trata, en su primera parte (versículo
1-5) del asalto de las naciones; en la segunda
(versículo 6-11), de la santificación' de Jerusalén
(cf. 13, 8 s. y nota); en la tercera (versículo
12-15), del castigo de los pueblos hostiles, y en la
cuarta (versículo 16-21), de la adoración universal
de Dios. El mismo Nácar-Colunga, después de señalar
su carácter misterioso y escatológico, resume su
contenido diciendo: “Las naciones se reúnen para
luchar contra Jerusalén; pero el Señor la defiende,
y las naciones quedan aniquiladas. Los restos se
convertirán a Dios y vendrán a Jerusalén a celebrar
las fiestas del Señor. Jerusalén quedará hecha
centro de la religión verdadera.” Reuniré (versículo
2): Cf. Joel 3, 2 y 12; Sofonías 3, 8, etc. Los
versículos 1-2 nos muestran todavía una vez los
horrores de la guerra, la cual será siempre, en el
orden de la Providencia, la más abominable plaga de
la humanidad caída, como lo vemos hasta el capítulo
19 y aún hasta el capítulo 20 del Apocalipsis.
Jerusalén es tomada por los enemigos y la mitad de
la población llevada al cautiverio. En ese momento
crítico el Señor obra un milagro: baja del cielo y
asume la defensa de su pueblo (versículo 3-5),
peleando como
peleó en el día dé la batalla (cf. Éxodo 14, 14;
15, 3 ss.; Josué 10, 12 ss., etc.). Fillion desecha
aquí la idea de que pueda tratarse de la toma de
Jerusalén por los romanos, observando que “Dios no
combatió entonces contra Roma para defender a los
judíos”. Gramática cita 12, 9 y Apocalipsis 19, 19.
*
4 s. El Señor pone sus pies sobre el Monte de los
Olivos y a su contacto el suelo tiembla y se abre en
dos partes, de manera que el resto de los habitantes
pueda huir hacia el este por la abertura o nuevo
valle formado por la división del monte (cf. Isaías
52, 7). Asal
(versículo 5): localidad desconocida. Setenta:
Jasod. Sobre el terremoto en tiempos de Ocias véase
Amós 1, 1; cf. Isaías 29, 6.
Y con Él todos
los santos. De ahí que algunos crean que Jesús
efectuará su vuelta sobre el monte de los Olivos, en
el lugar mismo donde subió al cielo. La “Didajé”
cita este pasaje en el sentido de que los santos
acompañaran a Jesús en su segunda venida.
*
6 s. No habrá
luz, etc.: cf. Joel 3, 15; Mateo 24, 29. Según
otros, el final dice: los astros cesarán de lucir
(cf. Isaías 13, 10; Ezequiel 32, 7 s.; Joel 2, 31,
etc.). Nácar-Colunga traduce:
“En aquel día
no se distinguirá el brillo de las piedras
preciosas. Será único ese día, conocido de Yahvé. No
habrá ya día y noche, de noche habrá clara luz”,
lo cual supone una transformación de la naturaleza,
en que no baya noche sino un solo día continuo. En
Jeremías 30, 7 se habla también de un día sin
semejante. Knabenbauer supone que al anochecer,
cuando toda luz parezca extinguirse, el Señor dará
súbitamente su luz, es decir, la victoria. Véase
Isaías 60, 22.
*
8. La milagrosa transformación de la naturaleza se
extiende también al agua. Dos fuentes de aguas vivas
brotarán de Jerusalén, una hacia el este, al Mar
Muerto (mar
oriental), otra hacia el oeste, al Mediterráneo
(mar occidental). Las dos corrientes de agua viva no se secarán en el
verano como los otros torrentes de Palestina. Este
milagro recuerda profecías similares en Isaías 44,
3; Ezequiel 47, 1 ss.; Joel 3, 18 y en el
Apocalipsis 22, 1, que significan las bendiciones
del reino mesiánico. Véase las palabras de Cristo
sobre los torrentes de agua viva (Juan 7. 38; 3, 5;
4, 10 ss.).
*
9. Y Yahvé
será Rey: Rey del mundo entero (cf. Salmo 92, 1;
96, 1, etc.), porque el reino teocrático se habrá
hecho universal.
Será único:
“No habrá variedad en el culto de Dios”
(Bover-Cantera).
*
10. Todo el
país será transformado en llanura, desde Geba hasta
Rimmón, al sur de Jerusalén; y ésta (Jerusalén)
quedará elevada y será habitada en su sitio.
Geba, situada al norte de Jerusalén, señala el
límite norte de Judá; Rimmón, situada al noreste de
Bersabee, el punto más meridional del antiguo
territorio de Judá (Josué 15, 32; 19, 7; IV Reyes
23, 8). La montaña de Judá desaparecerá y será
transformada en una llanura, en medio de la cual se
levantará la ciudad.
La puerta de Benjamín y las otras puertas aquí mencionadas se
hallaban en la parte norte y oeste de la ciudad,
donde estaba también la torre de Hananeel. Los
lagares del rey se buscan en la parte meridional.
Análogo cuadro de prosperidad se traza en Jeremías
31, 38 ss.
*
11. Anatema:
destrucción, exterminio.
Vivirá en paz:
cf. Jeremías 23, i; 33, 15 s. y notas. “Bien se
comprende, dice un prelado alemán; que el espíritu
anticristiano y antisemita haya querido sustituir la
Biblia por otros libros. Ella contiene, en favor de
los judíos, misterios demasiado grandes que es
necesario suprimir. Ella impresiona el espíritu
pagano como una especie de cábala o superstición
insensata. Ella contiene para los últimos tiempos
predicciones tan catastróficas sobre el fracaso de
nuestra civilización actual, que se hacen
insoportables para el orgullo de la inteligencia.”
*
12 ss. Se describe la terrible suerte de los
enemigos de Jerusalén a que se refirió el versículo
3. Cf. 12, 9. Morirán de una peste horrorosa y
buscarán apoyo sin encontrarlo (versículo 13),
mientras que Jerusalén se apoderará de ricos
despojos (versículo 14).
*
16 s. Los gentiles sobrevivientes de la catástrofe
se convierten, lo cual aquí se expresa por su
participación en la fiesta de los Tabernáculos (cf.
Isaías 60, 3; Jeremías 3, 17; Ez, 47, 22 s.). Si una
nación se negare a concurrir, Dios la castigará con
hambre (versículo 17) Véase 8. 20.
*
19. Egipto representa aquí el mundo pagano (véase 6,
6 y nota). Su pecado consiste, según San Jerónimo,
en su incredulidad en Jesucristo como Mesías. Cf.
Juan 16, 8-9; Romanos 11. 31 y nota.
*
20. En ¡as campanillas de los caballos se escribirá:
Consagrado a
Yahvé: Muchos de los profetas terminan en forma
semejante. Véase 2. 9 s. y nota. Todas las cosas
serán santificadas, aún en las bestias (cf. Isaías
11, 6 ss.), y los hogares serán corro un santuario.
No habrá más cosa inmunda en esta perfecta
teocracia, consumación de la tierra prometida, y de
ahí que en ella no habrá ya
cananeos,
que fueron los enemigos de Israel en la conquista de
aquella tierra, como se lee en Josué. Mons. Martini
observa que Teodoreto concluye su comentario a
Zacarías con una hermosa plegaria, en la que pide
“que no haya entre nosotros ningún
cananeo,
sino que todos vivamos según las enseñanzas
evangélicas, en la expectación de nuestra
bienaventurada esperanza y de la venida del gran
Dios y Salvador nuestro Jesucristo, a quien con el
Padre y el Espíritu Santo sea gloria ahora y siempre
y por todos los siglos. Amén”. Cf. Tito 2, 13.
|