Jueces 17 |
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III. Apéndices
El ídolo de Micas
1Vivía
un hombre en la montaña de Efraím que se llamaba
Micas; 2el cual dijo a su madre: “Los mil
cien siclos de plata que te fueron robados, en cuya
ocasión proferiste maldiciones, oyéndolas también
yo, mira, ese dinero tengo yo; yo lo tomé.” Y le
dijo su madre: “¡Bendito seas de Yahvé, hijo mío!”
3*Devolvió
entonces los mil cien siclos de plata a su madre. Y
dijo su madre: “Yo de mi parte destino este dinero
para Yahvé en favor de mi hijo, para que se haga una
imagen, una estatua de fundición. Y así te lo
devuelvo.” 4Habiendo él devuelto el
dinero a su madre tomó ésta doscientos siclos de
plata, y los dio al fundidor; el cual hizo una
imagen, una estatua de fundición, que quedó en casa
de Micas. 5*Así
un hombre como Micas tuvo una casa de Dios; pues
hizo también un efod y unos terafim, y consagró a
uno de sus hijos que le sirvió de sacerdote. 6En
aquel tiempo no había rey en Israel, sino cada cual
hacía lo que mejor le parecía.
El levita de Betlehem
7*Había
un joven de Betlehem de Judá, de la tribu de Judá,
que era levita y habitaba allí como forastero.
8Este hombre partió de la ciudad de Betlehem
de Judá, para hallar un lugar donde vivir, y en su
viaje llegó a la montaña de Efraím, a casa de Micas.
9Micas le preguntó: “¿De dónde vienes?”
Le contestó: “Soy un levita de Betlehem de Judá, y
voy de camino a fin de hallar un lugar dónde vivir.”
10Le dijo: “Quédate conmigo y sé mi padre
y sacerdote. Te daré diez siclos de plata al año,
vestido completo y comida.” El levita entró, 11y
consintió en habitar con aquel hombre, para quien el
joven era como uno de sus hijos. 12Micas
consagró al levita, y el joven vino a ser su
sacerdote y se quedó en casa de Micas. 13Entonces
dijo Micas: “Ahora sé que Yahvé me bendecirá, porque
tengo este levita por sacerdote.”
*
3.
Bendito seas de Yahvé, dice la piadosa
madre, y al mismo tiempo gasta doscientos
siclos de plata por una imagen que pronto se
convertirá en un símbolo e instrumento de
apostasía. Tenemos aquí un ejemplo de la
táctica del diablo, que se disfraza como
ángel de luz (II Corintios 11, 14) y
aprovecha la piedad de la gente buena para
inspirarles exageraciones piadosas, que son
peores que la apostasía inmediata, pues
desplazando el centro de la religión,
trastornan la jerarquía de los valores y
mezclan la superstición con la adoración del
Dios verdadero. “Así veréis algunas personas
que no se hartan de añadir imagen a imagen,
y que no sino de tal o tal suerte y hechura,
y que no estén puestas sino de tal y tal
manera, de suerte que deleite al sentido; y
la devoción del corazón es muy poca, y tanto
asimiento tienen a esto como Micas en sus
ídolos, o como Labán... La persona devota en
lo invisible principalmente pone su
devoción, y pocas imágenes ha menester” (San
Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo,
III. 34).
*
5.
Consagró; literalmente:
le
llenó las manos (cf. Éxodo 28, 41 y
nota). Esta consagración sacerdotal se hace
al margen de toda ley y sin encargo especial
de Dios. Véase en Hebreos 1, 5-6, cómo ni el
mismo Jesús se atribuyó el sacerdocio, sino
que le fue dado por el Padre. El
efod
es un vestido sacerdotal (cf. Éxodo 28, 6 y
nota); los
terafim son lares, ídolos domésticos
(cf. Génesis 31, 30 ss.).
*
7. Véase 18, 30. donde se indica el nombre y
la ascendencia de este joven, que no
pertenecía a la tribu de Judá, sino a la de
Leví.
Sé mi padre: Título que por reverencia
quiere dar al levita como hoy se da el
título de padre a los sacerdotes.
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