1 Reyes 8 |
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22 |
Traslado del arca al Templo
1*Entonces
Salomón reunió alrededor suyo, en Jerusalén, a los
ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a
los príncipes de las familias de los hijos de Israel,
para trasladar el Arca de la Alianza de Yahvé, desde la
ciudad de David, que es Sión. 2Concurrieron,
pues, al rey Salomón todos los varones de Israel en la
fiesta del mes de Etanim, que es el mes séptimo.
3Cuando
habían venido todos los ancianos de Israel, alzaron los
sacerdotes el Arca, 4y trasladaron el Arca de
Yahvé, con el Tabernáculo de la Reunión, y todos los
utensilios sagrados que había dentro del Tabernáculo; y
los llevaban los sacerdotes levitas. 5El rey
Salomón y toda la congregación de Israel, reunida en
torno suyo, estaban con él delante del Arca, inmolando
ovejas y bueyes incontables e innumerables por su
muchedumbre. 6Los sacerdotes pusieron el Arca
de la Alianza de Yahvé en su sitio, en el lugar más
interior de la Casa, en el Santísimo, debajo de las alas
de los querubines. 7Porque los querubines
extendían las alas sobre el lugar del Arca y cubrían por
arriba el Arca y sus varas. 8Tan largas eran
las varas, que sus extremos se dejaban ver desde el
Lugar Santo, que está delante del Santísimo; pero no se
dejaban ver desde fuera. Allí están hasta el día de hoy.
9*Dentro
del Arca no había sino las dos tablas de piedra que
Moisés había depositado en ella en el Horeb al hacer
Yahvé alianza con Israel, en la salida de ellos de la
tierra de Egipto.
La gloria del Señor llena el Templo.
10*Y
sucedió que al salir los sacerdotes del Santuario, la
nube llenó la Casa de Yahvé; 11y los
sacerdotes no pudieron permanecer
(allí) para
ejercer su ministerio, a causa de la nube; pues la
gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé. 12*Entonces
dijo Salomón:
“Yahvé ha dicho que moraría en la oscuridad.
13Pues
bien, yo he edificado una casa que sea morada para Ti,
el lugar de tu morada para siempre.”
Oración de Salomón
14Y
volviéndose el rey bendijo a toda la asamblea de Israel,
mientras toda la asamblea de Israel se tenía en pie.
15Dijo: “¡Bendito sea Yahvé!, el Dios de
Israel, que habló con su boca a mi padre David y con su
mano lo cumplió, diciendo: 16«Desde el día
que saqué de Egipto a Israel, mi pueblo, no he escogido
ciudad de entre las tribus de Israel para edificar una
casa donde resida mi Nombre, aunque escogí a David para
que reinase sobre Israel, mi pueblo.» 17David,
mi padre, tuvo el propósito de edificar una casa al
Nombre de Yahvé, el Dios de Israel; 18mas
Yahvé dijo a mi padre David: «Teniendo tú el propósito
de edificar una casa a mi Nombre, has ideado un buen
proyecto. 19Con todo, no edificarás tú la
Casa, sino que un hijo tuyo, que saldrá de tus entrañas,
edificará la Casa a mi Nombre.» 20Yahvé ha
cumplido la palabra que prometió; pues me he levantado
yo en el lugar de David, mi padre —y heme sentado sobre
el trono de Israel, como Yahvé lo ha anunciado—, y he
edificado la Casa al Nombre de Yahvé, el Dios de Israel.
21*He
establecido allí un lugar para el Arca, donde se halla
la Alianza que Yahvé hizo con nuestros padres al
sacarlos del país de Egipto.”
22Luego,
poniéndose Salomón delante del altar de Yahvé, frente a
toda la asamblea de Israel, extendió las manos hacia el
cielo, 23*y
dijo: “Yahvé, Dios de Israel, no hay Dios como Tú, ni
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, porque Tú
guardas la Alianza y la misericordia con tus siervos que
andan en tu presencia de todo corazón. 24Tú
has cumplido con tu siervo David, mi padre, lo que
prometiste; y lo que con tu boca prometiste, con tu mano
lo has puesto por obra, como se ve en este día. 25*Ahora,
pues, oh Yahvé, Dios de Israel, guarda la promesa que
has dado a tu siervo David, mi padre, diciendo: «Nunca
te faltará varón delante de Mí que se siente sobre el
trono de Israel, con tal que tus hijos vigilen sobre sus
caminos y anden delante de Mí, como tú has andado en mi
presencia.» 26Cúmplase ahora, oh Dios de
Israel, la promesa que diste a tu siervo David, mi
padre. 27*Pero
¿es verdad que Dios habita sobre la tierra? He aquí que
los cielos y los cielos de los cielos no pueden
contenerte, ¿cuánto menos esta Casa que yo acabo de
edificar? 28Con todo vuelve tu rostro a la
oración de tu siervo y a su súplica, oh Yahvé, Dios mío,
para escuchar el clamor y la oración que tu siervo hace
hoy delante de Ti. 29Que estén abiertos tus
ojos, noche y día, hacia esta Casa y este lugar, acerca
del cual has dicho:
«Estará
allí mi Nombre, para escuchar la oración que tu siervo
haga en este lugar».
30Oye, pues, la súplica de tu siervo y de
Israel, tu pueblo, cuando oraren en este lugar. Oye Tú
desde el lugar de tu morada, el cielo; escucha y
perdona.”
Primera petición
31*
“Cuando pecare alguno contra su prójimo, y se le
impusiere juramento, haciéndole jurar, y él viniere a
jurar ante tu altar en esta Casa, 32óyelo Tú
desde el cielo, y obra; juzga a tus siervos, condenando
al inicuo y haciendo recaer su conducta sobre su misma
cabeza, justificando, en cambio, al justo y premiándolo
conforme a su justicia.”
Segunda petición
33
“Cuando Israel, tu pueblo, fuere vencido por un enemigo,
por haber pecado contra Ti, y ellos vueltos a Ti
confesaren tu Nombre y oraren, suplicándote en esta
Casa, 34óyelo Tú en el cielo, y perdona el
pecado de Israel, tu pueblo, y hazlos volver al país que
diste a sus padres.”
Tercera petición
35*
“Cuando se cierre el cielo, de manera que no haya
lluvia, por haber ellos pecado contra ti, y si oraren
(dirigiendo sus
miradas) hacia este lugar, y alabando tu Nombre, y
si se convirtieren de su pecado por haberlos Tú
afligido, 36óyelos en el cielo, y perdona el
pecado de tus siervos y de Israel, tu pueblo,
enseñándoles el recto camino, por el cual deben andar; y
envía lluvia sobre tu tierra que diste por herencia a tu
pueblo.”
Cuarta petición
37
“Cuando haya hambre en la tierra, o peste, o roya,
añublo, langosta, u otra clase de insectos, o cuando el
enemigo asedie (a
tu pueblo) en su país, en sus ciudades, o cuando
haya plagas o enfermedades de cualquier clase, 38si
entonces uno en particular, o todo Israel, tu pueblo, se
dirija a Ti con oraciones y súplicas, y si cada cual,
reconociendo la plaga de su corazón, extienda sus manos
hacia esta Casa, 39óyelo Tú en el cielo,
lugar de tu morada, y perdona; obra y retribuye a cada
uno conforme a todos sus caminos, ya que conoces su
corazón —pues Tú solo conoces el corazón de todos los
hijos de los hombres— 40para que te teman
todos los días que vivan en la tierra que diste a
nuestros padres.
Quinta petición
41*
“También el extranjero, que no es de tu pueblo Israel,
cuando viniere de tierras lejanas a causa de tu Nombre
42—pues ellos oirán hablar de tu gran Nombre
y de tu poderosa mano y de tu brazo extendido¾,
cuando venga, pues, a orar en esta Casa, 43óyelo
Tú en el cielo, lugar de tu morada, y otorga todo lo que
te pidiere aquel extranjero, a fin de que todos los
pueblos de la tierra conozcan tu Nombre, para temerte
como (te teme) Israel, tu pueblo, y sepan que tu Nombre ha sido invocado
sobre esta Casa que yo he edificado.”
Sexta petición
44*
“Cuando tu pueblo salga a combatir a sus enemigos por el
camino por el cual Tú los enviares, y oraren a Yahvé,
mirando hacia la ciudad que Tú elegiste y la Casa que yo
he edificado a tu Nombre, 45escucha Tú en el
cielo su oración y su plegaria, y hazles justicia.
Séptima petición
46*Cuando
pecaren contra Ti —pues no hay hombre que no peque— y
Tú, irritado contra ellos, los entregares en poder del
enemigo, y el vencedor los llevare cautivos a la tierra
enemiga, sea lejana o cercana; 47si ellos
entonces se arrepintieren en la tierra de su cautividad
y convertidos pidieren perdón en el país de sus
apresadores, diciendo: «Hemos pecado, hemos cometido
iniquidad, hemos obrado perversamente»; 48y
si se volvieren a ti de todo corazón y con toda su alma,
en la tierra de sus enemigos que los cautivaron, y
suplicaren a Ti, mirando hacia su tierra que Tú diste a
sus padres, hacia la ciudad que has escogido, y hacia la
Casa que yo he edificado a tu Nombre, 49entonces
oye Tú en el cielo, lugar de tu morada, su oración y su
súplica y hazles justicia; 50y perdona a tu
pueblo los pecados cometidos contra Ti, y todas sus
transgresiones con que contra Ti se rebelaron, y haz que
hallen misericordia delante de los que los llevaron
cautivos, para que los traten con compasión. 51*Porque
son tu pueblo y tu herencia, que Tú sacaste de Egipto,
de en medio del horno de hierro. 52Estén
abiertos tus ojos a la súplica de tu siervo, y a la
súplica de Israel, tu pueblo, para escucharlos en todo
cuanto te invoquen. 53Pues Tú los separaste
para Ti mismo, como herencia, de entre todos los pueblos
de la tierra; como lo prometiste por boca de Moisés, tu
siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh
Señor, Yahvé.”
Salomón bendice al pueblo
54Después
de dirigir a Yahvé toda esta oración y súplica, se
levantó Salomón de delante del altar de Yahvé, donde
estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el
cielo; 55y puesto en pie, bendijo a toda la
asamblea de Israel, diciendo en alta voz: 56
“¡Bendito sea Yahvé, que ha dado descanso a Israel, su
pueblo, conforme a todo lo que había prometido! No ha
fallado una sola palabra de todas aquellas buenas
promesas que anunció por boca de su siervo Moisés.
57Yahvé, nuestro Dios, sea con nosotros así como
estuvo con nuestros padres. ¡Que Él no nos abandone ni
nos deseche, 58sino que incline nuestro
corazón hacia sí, a fin de que andemos por todos sus
caminos y guardemos sus mandamientos, sus leyes y
preceptos que prescribió a nuestros padres! 59¡Que
estas palabras de mi súplica que he pronunciado ante
Yahvé estén presentes día y noche ante Yahvé, nuestro
Dios, para que haga justicia a su siervo y a Israel, su
pueblo, en todo tiempo; 60y sepan todos los
pueblos de la tierra que Yahvé es Dios y no hay otro!
61Sea, pues, vuestro corazón recto para con
Yahvé, vuestro Dios, de suerte que cumplamos sus leyes y
guardemos sus mandamientos, como al presente.”
Clausura de la fiesta
62Después
el rey, y con él todo Israel, ofrecieron sacrificios
ante Yahvé. 63*Inmoló
Salomón como sacrificios pacíficos, ofreciéndolos a
Yahvé, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas.
De esta manera el rey y todos los hijos de Israel
inauguraron la Casa de Yahvé. 64En aquel día
el rey consagró el interior del atrio, que está delante
de la Casa de Yahvé; pues ofreció allí los holocaustos,
las oblaciones y los sebos de los sacrificios pacíficos,
por cuanto el altar de bronce que había ante Yahvé, no
era tan grande que pudiesen caber en él los holocaustos,
las oblaciones y las grasas de los sacrificios
pacíficos. 65*Así
en ese tiempo, Salomón, y con él todo Israel, una
muchedumbre inmensa venida desde la entrada de Hamat
hasta el Arroyo de Egipto, celebró fiesta delante de
Yahvé, nuestro Dios, durante siete días, y otros siete
días, esto es, catorce días. 66El día octavo
despidió el rey al pueblo; y ellos bendijeron al rey y
se fueron a sus tiendas gozosos y contentos por todos
los beneficios que Yahvé había hecho a David, su siervo,
y a Israel, su pueblo.
*
1 ss. Cf. el relato paralelo en II
Paralipómenos, capítulo 5.
2.
La fiesta del mes de Etanim: la fiesta de los Tabernáculos, que se
celebraba en el mes de Etanim o Tischri,
correspondiente a septiembre-octubre. Cf.
Levítico 23, 33 ss.
*
9. “Este recuerdo de un hecho histórico contiene
la clave del simbolismo del Arca. Existía la
costumbre de colocar en el templo, bajo los pies
de la estatua de la divinidad, los textos de los
pactos de alianza entre reyes o naciones, como
para hacer que el Dios fuera testigo o garante
de la observación bilateral de los mismos. Un
tratado entre Ramsés II y los hititas contiene
una cláusula especial a este respecto. La
costumbre se hallaría aquí en el simbolismo del
Arca: Yahvé estaba «sentado» sobre los
querubines del propiciatorio; a sus pies, dentro
del Arca, se había depositado el texto del pacto
mediante el cual hizo alianza con la nación de
Israel. De donde le viene el nombre de Arca del
pacto o de la alianza” (Ricciotti, Historia de
Israel, número 253).
*
10. La
nube significa la presencia de Dios (Éxodo
29, 43; 40, 34; Núm. 9, 15), que toma posesión
de su Casa. La nube quedará allí hasta poco
antes de la destrucción del Templo. El profeta
Ezequiel ve en visión cómo Yahvé abandona el
Templo y se retira de la Ciudad Santa, porque el
pueblo rompió la Alianza (Ezequiel 11, 22 s.).
El Santísimo del Templo no recibía luz, como
tampoco la recibía en el Tabernáculo de Moisés.
Es de notar que también en los templos griegos
había al fondo un departamento oscuro, el
“ádyton”. Sobre el regreso de Dios a la santa
morada del Templo véase Ezequiel 43, 1 y nota.
*
12 s. Los versículos 12 y 13 en los Setenta no
están en este lugar; se los encuentra, en
cambio, después del versículo 53, al final de la
oración de Salomón, en esta forma: “Entonces
habló Salomón respecto de la casa que había
terminado de edificar: Yahvé puso el sol en el
cielo, pues dijo que Él quería morar en la
oscuridad. Por eso te he edificado una casa
digna para Ti para morar allí para siempre. Así
está escrito en el Libro del Cántico”. Este
“Libro del Cántico” parece, según dice
Bover-Cantera, el antiguo Cántico de Yasar
“Libro del Justo”, mencionado en Josué 10, 13 y
II Reyes 1, 18.
*
21. La
Alianza: las dos tablas de la Ley, guardadas
en el Arca (versículo 9), que eran la expresión
de la voluntad de Dios. Cf. Éxodo 25, 16 y 21;
Deuteronomio 10, 2 y 5.
*
23. De
todo corazón: He aquí la clave del progreso
espiritual. Cuanto mayor sea nuestro ardor y
nuestra fidelidad, tanto más aumenta la gracia,
porque el Padre da, dice Jesús, al que tiene
para que tenga abundancia (Mateo 13, 12). “Es
que la gracia nace de la gracia, los progresos
sirven para los progresos, los méritos para los
méritos, los triunfos para los triunfos”,
mientras los que no aman, pierden aun lo poco
que tienen.
*
25. Nunca
te faltará, etc.: Promesa segura en cuanto a
la dinastía davídica. El Señor confirma su
promesa en igual forma en 9, 4 ss.
*
27. San Esteban, hablando a los judíos
inclinados al culto externo, repite este
concepto en Hechos de los Apóstoles 7, 48 s. y
cita a Isaías 66, 1. Lo mismo dice San Pablo a
los atenienses (Hechos de los Apóstoles 17, 24),
para acentuar la doctrina del culto espiritual
que Jesús enseñara a la samaritana (Juan 4, 21
ss.). En el Nuevo Testamento, en que la Iglesia
está edificada sobre la firme piedra de Pedro
(Mateo 7, 24; 16, 18; Juan 1, 42), el Verbo
encarnado está presente en nuestros templos por
la maravilla del misterio eucarístico. Pero,
como dice Santa Teresa de Lisieux, no baja Jesús
del cielo para quedarse en los templos de
piedra; está allí para habitar en el corazón del
nombre, que es donde Él halla sus delicias
(Proverbios 8, 31) y para obedecer al Padre
(Salmo 39, 8; Hebreos 10, 5 ss.). Por eso dice
San Pablo que el Templo de Dios en que Él
habita, somos nosotros (I Corintios 3, 16-17; 6,
19; II Corintios 6, 16; Efesios 2, 20-22;
Hebreos 3, 6).
*
31. Por las siete peticiones de la oración que
sigue, y a la que algunos llaman el
“Padrenuestro de Salomón”, se ve que el rey
sabio al comienzo de su reinado era muy devoto y
seguía los pasos de su padre David. La oración
revela un concepto elevadísimo de Dios y de su
inmensidad, justicia y misericordia. La primera
de las siete súplicas que Salomón formula en el
día de la inauguración, se refiere a los casos
en los cuales el acusado se podía salvar
solamente por un juramento delante del
Tabernáculo.
*
35. Hacia
este lugar: hacia el Templo y la Ciudad
Santa. Sobre esta costumbre dice Seto: “Los
judíos que estaban distantes de Jerusalén
observaban la religiosa costumbre de volverse
hacia esta ciudad para hacer su oración. El
salmista exhorta a los siervos de Dios a que le
bendigan por las noches, levantando las manos
hacia su Santuario (Salmo 133, 3). Daniel,
desterrado en Babilonia, abría tres veces al día
las ventanas de su cuarto, y poniendo sus
rodillas en tierra hacía oración vuelto hacia
Jerusalén. Y por un movimiento semejante, aunque
más espiritual y más sublime, los primeros
cristianos, cuando oraban, tenían la costumbre
de mirar hacia el Oriente, para acordarse de
aquel Sol naciente que vino de lo alto a
visitarnos y alumbrarnos.” Es interesante que
los musulmanes han conservado esa costumbre de
dirigirse en la oración hacia el centro de su
religión, Meca, por lo cual tienen en sus
mezquitas un nicho (“mihrab”) que les indica la
dirección a tomar. Cf. Daniel 6, 2.
*
41 ss.
También el extranjero: “Rasgo admirable,
digno de ser asociado a lo que dice la Ley de
Moisés sobre los extranjeros. Cf. Éxodo 22, 21;
Levítico 25, 35; Núm. 15, 14-16; Deuteronomio
10, 19; 31, 12” (Fillion). La oración de Salomón
suena como una profecía acerca de los gentiles
en los tiempos mesiánicos. Según los profetas,
una de las señales de los tiempos mesiánicos es
que el Templo servirá de lugar de oración para
todos los pueblos (Isaías 2, 2 ss.; 56, 6s.).
*
44. La
ciudad que Tú elegiste: Jerusalén. Véase la
nota 35.
*
46. “No hay hombre que no peque”. Cf. II
Paralipómenos 6, 36; Proverbios 20, 9;
Eclesiastés 7, 21; I Juan 1, 8 y notas. Importa
mucho formarse un concepto en esta materia.
Nadie puede justificarse por sí mismo delante de
Dios (Salmo 142, 2), y nadie es capaz de evitar
el pecado por sus solas fuerzas. De ahí que
nadie pueda decirse puro (Proverbios 20, 9) y el
que esto dice se engaña (I Juan 1, 8). Por eso
nos dice Jesús que sin Él no podemos nada (Juan
15, 5). Pero si es cierto que nada podemos por
nosotros mismos, en cambio lo podemos todo en
Aquel que nos conforta (Filipenses 4, 13), pues
la misericordia de Dios se extiende a todos los
hombres (Sabiduría 11, 24). “Si le place de un
perseguidor hace un instrumento escogido (Hechos
de los Apóstoles 9, 15), y así manifiesta las
riquezas de su misericordia y de su gracia
(Efesios 1, 6), ora convirtiendo a los
pecadores, ora ejercitando en la paciencia a los
justos para que lo sean más y resplandezcan como
lumbreras a los ojos de los hombres (Santiago 2,
4; Filipenses 2, 15). Someteos, pues, a tan
sabias disposiciones, y no seáis impacientes
como los siervos de la parábola (Mateo 13,
23-29); pedid antes bien que se cumpla en todo
la voluntad de vuestro Padre celestial (Mateo 6,
10)” (Eschoyez, Imitación de Cristo, I, 16).
*
51. Horno
de hierro: imagen de la dura opresión en
Egipto.
*
63. No nos sorprende el gran número de los
animales sacrificados si tenemos en cuenta que
todo el pueblo comía de los sacrificios durante
dos semanas (versículo 65).
*
65. La
entrada de Hamat o Emat (Siria) señala el
límite septentrional del reino de Salomón. El
límite meridional coincidía con el
Arroyo de Egipto, hoy día Wadi el-Arisch, en la frontera entre
Palestina y Egipto. Quiere decir lo mismo que el
término proverbial:
desde Dan
hasta Bersabee.
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