Iglesia Remanente

Salmo 129

       

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Salmo 129 (130)

“De profundis”

1*Cántico gradual.

Desde lo más profundo clamo a Ti, Yahvé,

2Señor, oye mi voz.

Estén tus oídos atentos al grito de mi súplica.

3*Si Tú recordaras las iniquidades, oh Yah,

Señor ¿quién quedaría en pie?

4*Mas en Ti esta el perdón de los pecados,

a fin de que se te venere.

5*Espero en Yahvé,

mi alma confía en su palabra.

Aguardando está

6*mi alma al Señor,

más que los centinelas el alba.

 

Más que los centinelas con la aurora

7*cuenta Israel con Yahvé,

porque en Yahvé está la misericordia,

y con Él copiosa redención.

8Y Él mismo redimirá a Israel

de todas sus iniquidades.


* 1. El alma de este Salmo, sexto de los penitenciales, es bien davídica y aunque no consta históricamente su paternidad, bien podemos mirarlo como patrimonio espiritual del gran rey penitente, siendo, por otra parte, como vimos en el Salmo 9, compuesto “a nombre de toda la nación, cuyos sentimientos se asimila el autor de un modo admirable” (Fillion). Cf. Salmo 101, 1 y nota. Como observan los comentaristas, este Salmo, que en la Vulgata difiere del hebreo en varios pasajes, ha sido aplicado a la Liturgia de Difuntos, no porque trate de los muertos, sino a causa de la misericordia y perdón que en él abunda. “En pocas palabras, verdaderamente divinas, encierra toda la religión: la caída del hombre y su miseria; su impotencia para salir de ella si no es por la misericordia de Dios puramente gratuita; la verdadera justificación que comienza por el arrepentimiento y la fe en el Salvador (Marcos 1, 15); la solidez de esa fe apoyada sobre la Palabra divina: la revelación del Salvador prometido y la plena confianza que todos los pecadores han de tener en el precio con que han sido rescatados” (Ed. Babuty).

* 3. Si tú recordaras: Es decir que Él está dispuesto a olvidarlos. Así se lo pide David en Salmo 50, 11 (cf. Eclesiástico 5, 5 y nota). “¡Ay de la vida del hombre, aunque parezca digna de alabanza, si Tú, oh Señor, la examinas con exactitud dejando de lado tu misericordia!” (San Agustín). Cf. Salmo 142, 2. ¿Quién quedaría en pie? “El salmista no se empeña en alardear de falsa humildad presentándose como más malo que otros. Expone simplemente la humana miseria que Dios bien conoce como propia de todos los hijos de Adán y que es lo que le mueve a la misericordia.” Cf. Génesis 8, 21 y nota. Lo mismo hace David en Salmo 50, 7.

* 4. A fin de que se te venere: Así también Rembold, Calès, etc. Nácar-Colunga agrega: con temor. Texto distinto de la Vulgata que dice: A causa de tu Ley espero en Ti. La doctrina del perdón que Dios da al arrepentido (Marcos 1, 15; Lucas 15, 20; Juan 8, 11) es tan importante en el plan divino, que la vemos ya nítidamente y sin velos, aun en el Antiguo Testamento, no obstante ser éste más formalista frente al Nuevo que es “en espíritu y en verdad” (Juan 4, 23). Apenas David dice: “pequé contra el Señor” le responde el profeta Natán: “También el Señor te ha perdonado” (II Reyes 12, 13). De ahí que el santo rey nos enseñe este misterio del perdón en el Miserere y añada luego que enseñará a los malos estos caminos de misericordia que usa Dios, para que los impíos se conviertan a Él (Salmo 50, 15). Es la misma enseñanza de este versículo, donde vemos que lo que nos hace mirar a Dios con veneración es, más que su grandeza o su terrible poder, el conocimiento de su Corazón misericordioso. “Ella significa sin duda que Yahvé perdona fácilmente a fin de favorecer la piedad, una veneración verdaderamente filial y no el despreciable miedo de los esclavos” (Calès). En igual sentido anota Desnoyers: “El alma fiel sabe bien que Yahvé perdona; mas, lejos de hallar en esa misericordia divina un motivo para dejarse llevar más libremente al pecado, comprende que si Yahvé la da a conocer es para estimular o despertar la piedad sincera. “Así también admiramos esta pedagogía de Dios en el mismo caso de David, pues en el momento de incriminarle su pecado, y aun antes de que él expresase su contrición, le anuncia nuevos y mayores bienes (II Reyes 12, 8). Cf. Oseas 11, 8 y nota.

* 5. En su palabra: Es decir, “en la realización de los oráculos que anuncian el advenimiento de una era de justicia y de prosperidad” (Crampón).

* 6. Figura intensamente expresiva para señalar el ansia de Israel por El que ha de redimirlo de todas sus iniquidades (versículo 8). La larga espera siempre es ansiosa (cf. Daniel 9, 24), y más si es en la triste noche. Sólo la mañana trae la alegría (Salmo 29, 6). También San Pedro nos da la esperanza como antorcha en lugar oscuro para aguardar la venida del Lucero (II Pedro 1, 19), y así “la esperanza cristiana se confunde hoy con la esperanza de Israel en un mismo anhelo por ver glorificado al Mesías”. “La misericordia del Señor se manifestará en el rescate abundante de su pueblo, librándolo de todas sus iniquidades, que son la causa de los desastres y humillaciones que padece” (Prado). Como se notará la numeración de los versículos 6 y 7 es algo defectuosa.

* 7 s. Cuenta, etc.: Más expresivo que espera. El sentido es bellísimo: aunque la espera es larga (versículo 6) podemos gozar desde ahora “la dichosa esperanza” (Tito 2, 13), pues su cumplimiento es más seguro que, en la noche, la venida de un nuevo día. Con Él copiosa redención: Una redención gratuita y superabundante, hecha a costa de la Sangre inocente ¿puede tener otro móvil que un asombroso amor del Padre para nosotros? Amor del que es Santo y Omnipotente al que es impuro, culpable, incapaz, no puede ser sino un amor esencialmente misericordioso (Mons. Guerry). Cf. Salmo 102, 13 s. y nota. Jesús llama “nuestra redención” al día de su segunda venida (Lucas 21, 28) porque en él recogeremos plenamente el fruto de la primera (Romanos 8, 23; Apocalipsis 22, 12). Redimirá a Israel (versículo 8): Cf. Salmos 101, 16; 118, 81; Isaías 35, 4 5 y notas; Mateo 1, 21; Lucas 1, 32 y 68; 2, 32 y notas.