Jeremías |
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Impenitencia de Israel
1*Cuando
un hombre despide a su mujer,
y apartándose ésta de él,
se casa con otro marido,
¿volverá él acaso a ella de nuevo?
¿no quedará aquella mujer
totalmente contaminada?
Pero tú, que fornicaste con muchos amantes,
no obstante ello, vuélvete a Mí
—oráculo de Yahvé.
2*Alza
tus ojos a los collados y mira:
¿Hay lugar donde no te hayas prostituido?
Te sentabas junto a los caminos,
como el árabe en el desierto,
en acecho de los (pasajeros),
y contaminaste la tierra
con tus fornicaciones y maldades.
3Por eso se detuvieron las
lluvias,
y faltaron las aguas de primavera,
pero tú guardas el semblante de ramera;
no tienes rubor.
4*Me
dices ahora: “¡Padre mío!
Tú eres el amigo de mi juventud.
5¿Acaso guardará Él (la
ira) continuamente?
¿se enojará para siempre?”
Así dices, y con todo cometes
maldades a más no poder.
6*Me
dijo Yahvé en los días del rey Josías: “¿Has visto lo que
hizo la apóstata Israel? Se fue a todo monte alto y bajo
todo árbol frondoso, y cometió allí fornicación. 7Dije
Yo: Después de haber ella hecho todo esto, se volverá a Mí,
pero no se volvió. Vio esto su hermana, la pérfida Judá;
8y vio también que a causa de todos sus
adulterios que había cometido la apóstata Israel, Yo la
había despedido, dándole el libelo de repudio; y con todo no
se amedrentó su hermana, la pérfida Judá, sino que fue y
fornicó también ella. 9Con su tumultuosa
fornicación contaminó la tierra, cometiendo adulterio con la
piedra y con el leño. 10A pesar de todo esto, su
pérfida hermana, Judá, no se volvió a Mí de todo corazón,
sino fingidamente” —oráculo de Yahvé.
Conversión y gloria de Israel
11Entonces me dijo Yahvé: “La
apóstata Israel se ha mostrado más justa que la pérfida
Judá. 12*Anda,
pues, y grita estas palabras hacia el norte, y di:
Conviértete, apóstata Israel,
—oráculo de Yahvé;
no
os miraré con rostro (airado),
porque soy misericordioso,
—oráculo de Yahvé—;
no
me airaré para siempre,
13con
tal que reconozcas tu iniquidad.
Pues contra Yahvé, tú Dios has pecado,
te
has prostituido a los extraños,
bajo todo árbol frondoso,
y
no has escuchado mi voz
—oráculo de Yahvé.
14*Convertíos,
hijos rebeldes, dice Yahvé, porque Yo soy vuestro Esposo y
os tomaré, uno de cada ciudad, y dos de cada estirpe, y os
traeré a Sión. 15*Y
os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con
ciencia y doctrina. 16*Y
cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en
aquellos días, dice Yahvé, no se dirá más: “¡El arca de la
alianza de Yahvé!” ni les vendrá a las mientes, ni habrá de
ella memoria, no la echarán de menos, ni se hará otra.
17*En
aquel tiempo Jerusalén será llamada trono de Yahvé; y se
congregarán en el nombre de Yahvé todas las naciones en
Jerusalén; y no seguirán más su obstinado y depravado
corazón. 18En aquellos días se juntará la casa de
Judá con la casa de Israel, y juntas vendrán de la tierra
del Norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.
19*Yo
me preguntaba:
“¿Cómo he de contarte entre mis hijos
y
darte en herencia una tierra de delicias,
la
posesión más hermosa entre las naciones?”
Y
respondí: “Tú me llamarás Padre mío,
y
ya no dejarás de seguir en pos de Mí.”
20Pero
como una mujer que es infiel a su marido,
así
vosotros habéis sido infieles a Mí,
oh
casa de Israel, dice Yahvé.
Arrepentimiento de Israel
21Se
oye sobre los montes voz de lloro,
los
llantos de los hijos de Israel;
por
haber pervertido su camino,
olvidándose de Yahvé su Dios.
22Volveos,
oh hijos rebeldes,
y
Yo sanaré vuestras apostasías.
“He
aquí que volvemos a Ti;
porque Tú eres Yahvé, nuestro Dios.
23*De
veras, eran embustes los collados
y
el bullicio en los montes;
sólo en Yahvé, nuestro Dios,
está la salvación de Israel.
24*La
ignominia consumió las fatigas
de
nuestros padres desde nuestra mocedad;
sus
rebaños y sus ganados,
sus
hijos y sus hijas.
25Acostémonos,
pues, en nuestro oprobio,
y
cúbranos nuestra ignominia.
pues hemos pecado contra Yahvé, nuestro Dios,
nosotros y nuestros padres,
desde nuestra mocedad hasta el día de hoy,
y
no hemos escuchado la voz de Yahvé, nuestro Dios.”
*
1. Véase
Deuteronomio 24, 4. Es notable el paralelismo de
este capítulo con el 16 de Ezequiel y el 2 de Oseas.
El Señor muestra su extremo furor por la infidelidad
de Israel, su esposa. Hay que mirar este episodio
con los ojos de un marido ofendido. ¿Qué nos
parecería una esposa que dijera al marido: tú, que
eres tan bueno, déjame que me vaya con otro hombre?
Aquí está, decimos, todo el problema del espíritu.
Porque si el esposo la colma a ella de benevolencia
dándole cuanto tiene y hasta su propio ser, ese
mismo amor lo lleva a querer complacerse en ella; de
modo que todo podrá permitirle y consentirle, menos
ese desvío. Apliquémonos esto, que es una verdadera
piedra de toque para saber si amamos a Jesús. ¿Es
que para divertirnos y estar alegres sentimos la
necesidad de irnos con ese “otro”, que es el mundo?
¿O es que Jesús está asociado a nuestra felicidad,
de modo que lo busquemos para estar alegres y
tomemos en manos su Evangelio, para gozarnos en su
conversación, en su “sociedad”, como Él quiere (Juan
17, 13; Lucas 10, 39 ss.; I Juan 1, 3 s.), y no
solamente cuando necesitamos algo de orden temporal,
o cuando tememos la muerte? En el primer caso, somos
como el rico del Evangelio (Lucas 18, 24 s. y nota),
es decir, somos del mundo y no tenemos amor (I Juan
2, 1S), ni podemos tenerlo porque el amor es el
Espíritu Santo, y sabemos que “el mundo no puede
recibirlo porque no le ve” (Juan 14, 17), o sea, no
piensa ni concibe que exista esa maravillosa
realidad interior, porque está absorbido
y “fascinado
por la bagatela” (Sabiduría 4, 12). En el segundo
caso, dichosos de nosotros, pues tenemos la
bienaventuranza de los ricos que no han puesto su
corazón en las cosas pasajeras (Eclesiástico 31, 8 y
nota) y desprecian el mundo persuadidos de poseer,
desde ahora, un bien infinitamente mayor (cf. Cantar
de los Cantares 8, 7 y nota). “La vida sin amor no
vale nada”, dice con gran verdad un proverbio
popular. ¿Y qué es el amor sino esto? ¿Qué será sin esto, nuestra vida
futura? ¿Concebiríamos acaso una felicidad eterna
junto a un Dios cuyo trato hoy nos fuese
desagradable? No obstante ello, vuélvete a Mí:
Dios no es como un esposo implacable. Aunque
ofendido por la infidelidad de la esposa, hace
ostentación de su misericordia, mostrando que
volverá a reconocer como suyo al pueblo contaminado
por la idolatría. “Dios que rechaza al pecador acoge
al penitente” (San Gregorio Magno).
*
2. Donde
no te hayas prostituido, etc.: Alusión a la
idolatría, que se llama prostitución y fornicación.
Cf. Ezequiel 16, 16 y nota.
*
4. Padre
mío: Cf. versículo 19; Sabiduría 14, 3; Isaías
63, 16; 64, 8. Dios acepta el título y nombre de
Padre, porque siempre está dispuesto a perdonar. La
única condición que pone es que su pueblo se
arrepienta.
*
6.
Israel: aquí el reino de las diez tribus. Se
llama apóstata por su idolatría en los montes y bajo
los árboles (véase 2, 20). Comienza con este
versículo un nuevo discurso profético, con nuevas
amenazas para el pueblo impenitente, pero al mismo
tiempo con promesas consoladoras para el caso de su
conversión.
*
12. Es como
una invitación a las diez tribus de Israel, la
nación rebelde deportada a Asiria (722 a. C.) que
nunca volvió de la dispersión. Véase versículo 18;
Isaías 27, 13; Ezequiel 37, 15-23; Zacarías 8, 13.
*
14.
Convertíos, hijos rebeldes: No nos avergoncemos
de aplicar esta exhortación a nosotros mismos. “Es
preciso apresurarnos, dice el Doctor de Hipona, a
emplear los medios que Dios nos da para nuestra
conversión, temerosos de que nos falte el tiempo si
tardamos.” Cf. la misma advertencia en el
Eclesiástico (5, 8): No tardes en convertirte al
Señor, ni lo difieras de un día para otro. “El que
promete el perdón, no promete al pecador el día de
mañana” (San Gregorio Magno).
*
15.
“Apacentar es, ante todo, adoctrinar” (Pío X en
“Acerbo nimis”, Encíclica acerca de la enseñanza de
la Doctrina). Cf. I Corintios 1, 17. La ciencia y
doctrina, de la cual habla el profeta, no es otra
cosa que el conocimiento de Dios. San Agustín, en su
libro de la Vida feliz, nos enseña
prolijamente que la vida feliz consiste en conocer a
Dios; y el Doctor Melifluo dice: “Conocer a Dios es
la plenitud de la ciencia; la plenitud de esta
ciencia es la plenitud de la gloria, la consumación
de la gracia, la perpetuidad de la vida.” Cf. Juan
17, 3.
*
16. Profecía
mesiánica que se cumplirá en la Nueva Alianza. “El
Arca santa era el símbolo de la presencia de Dios,
de quien se dice que estaba sentado sobre los
querubines y de allí hablaba a Moisés (Número 7,
89). En los tiempos por el profeta prometidos toda
la ciudad será trono de Dios. Esto significa que se
manifestará con tantos prodigios y bendiciones, que
las gentes todas se sentirán atraídas a ella (Isaías
2, 2 ss.). Clara señal del mesianismo”
(Nácar-Colunga). Cf. Salmo 50, 21 y nota; Hebreos 8,
8 ss.; II Macabeos 2, 4 ss.
*
17. Se
anuncia la Nueva Jerusalén, el reino del Mesías, en
el cual se congregarán todas las naciones (Isaías 2,
2 ss.; Miqueas 4, 1 ss.; Zacarías 2, 14 a,; 14, 16
ss.; Apocalipsis 21, 2 ss.).
*
19. Una
tierra de delicias: la tierra de promisión.
Tiene aquí un sentido mesiánico, sobre todo en la
versión de la Vulgata que habla de la gloriosa
herencia de la multitud de las naciones. Para
nosotros la tierra de delicias que apetecemos, es
estar unidos eternamente con Cristo. Comentando este
pasaje, dice Santo Tomás: “La patria celestial,
nuestra herencia, está iluminada por la visión
divina.”
*
23. Alusión
al culto prohibido que se practicaba en tos
collados. Véase versículo 6.
*
24. La
ignominia, esto es, la idolatría y apostasía de
Dios, que no trajo consigo más que la ruina del
pueblo. La idolatría moderna, el capitalismo y
materialismo, ¿no produce acaso los mismos frutos?
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