1 Reyes 19 |
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22 |
Elías huye al monte Horeb
1Acab
contó a Jezabel todo cuanto había hecho Elías y cómo
había pasado a cuchillo a todos los profetas. 2Tras
lo cual envió Jezabel un mensajero a Elías, diciendo:
“Así hagan conmigo los dioses, y aún más, si mañana, a
esta hora, no haya yo tratado tu vida como tú trataste
la vida de cada uno de ellos.” 3Viendo esto
Elías, se levantó y se fue para salvar su vida. Llegado
a Bersabee de Judá, dejó allí a su criado; 4*más
él mismo prosiguió su camino una jornada por el
desierto. Llegado que hubo allá se sentó debajo de una
retama y pidió para sí la muerte, diciendo: “Basta, ya,
oh Yahvé, quítame la vida; pues no soy mejor que mis
padres.” 5Y acostándose se quedó dormido
debajo de la retama. Más he aquí que un ángel le tocó y
le dijo: “¡Levántate y come!” 6Miró y vio a
su cabecera una torta cocida al rescoldo y un jarro de
agua. Comió y bebió, y se acostó de nuevo. 7Mas
el ángel de Yahvé vino por segunda vez y le tocó,
diciendo: “Levántate y come, porque el camino es
demasiado largo para ti.” 8*Se
levantó y después de haber comido y bebido, y confortado
con aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta
noches, hasta el Horeb, el monte de Dios.
El señor conforta a Elías
9*Entró
allí en una cueva, donde pasó la noche. Y he aquí que
fue dirigida a él la palabra de Yahvé, que le dijo:
“¿Qué haces aquí, Elías?” 10El respondió:
“Con gran celo he defendido la causa de Yahvé, el Dios
de los Ejércitos; pues los hijos de Israel han
abandonado tu alianza, han derribado tus altares y
pasado a cuchillo a tus profetas; y he quedado yo solo;
y me buscan para quitarme la vida.” 11*Le
dijo (Yahvé): “Sal fuera y ponte de pie en el monte ante Yahvé.” Y he
aquí que pasó Yahvé. Un viento grande e impetuoso rompía
delante de Yahvé los montes y quebraba las peñas; pero
Yahvé no estaba en el viento. Después del viento hubo un
terremoto; mas Yahvé no estaba en el terremoto. 12Y
después del terremoto, un fuego; pero Yahvé no estaba en
el fuego; y tras el fuego, un soplo tranquilo y suave.
13Al oírlo Elías se cubrió el rostro con su
manto y salió, y se puso de pie á la entrada de la
cueva. Y he aquí una voz que le dijo: “¿Qué haces aquí,
Elías?” 14Respondió él: “Con gran celo he
defendido la causa de Yahvé, el Dios de los Ejércitos;
pues los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han
derribado tus altares y pasado a cuchillo a tus
profetas, y he quedado yo solo; y me buscan para
quitarme la vida.” 15*Entonces
le dijo Yahvé: “Anda, vuélvete por tu camino, por el
desierto, a Damasco; y llegado allá, unge a Hazael por
rey de Siria; 16y a Jehú, hijo de Namsi, le
ungirás por rey de Israel. Ungirás también a Eliseo,
hijo de Safat, de Abelmehulá, por profeta en tu lugar.
17Y sucederá que al que escapare de la espada
de Hazael, le matará Jehú; y al que escapare de la
espada de Jehú, le matará Eliseo. 18*Mas
dejare en Israel siete mil hombres: todas las rodillas
que no se han doblado ante Baal, todos aquellos cuyas
bocas no le han besado.”
Vocación de Eliseo
19*Partió,
pues, de allí, y halló a Eliseo, hijo de Safat, el cual
estaba arando con doce yuntas que iban delante de él, y
él mismo iba con la duodécima. Elías paso junto a él y
le echó su manto encima. 20Y
(Elíseo) dejó
los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo: “Déjame ir a
besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré.” Él
le respondió: “Anda y vuelve; pues ¿qué te he hecho yo?”
21Eliseo le dejó, tomó una yunta de bueyes,
los degolló, y con las coyundas de los bueyes coció la
carne de ellos, y la dio a la gente, que la comieron;
luego levantándose siguió a Elías y se puso a su
servicio.
*
4. ¡Basta,
ya, oh Yahvé!: El profeta se había consumido
en santo celo y luchado contra los falsos
profetas y sacerdotes de Baal (capítulo 18), mas
ahora el desaliento se apodera de él al ver que
ha trabajado en vano. “Elías pidió la muerte
para no tener que ver más cómo el pueblo de
Israel ofendía al Dios que siempre lo había
colmado de bondad y había hecho con él una
alianza a la cual fue infiel; al Dios que le
había hecho promesas sublimes en las cuales no
creyó y le había mandado profetas que le
reprochaban su infidelidad y su ingratitud y a
los que mató.”
*
8. El monte
Horeb
es el mismo monte que el Sinaí. El pan milagroso
con que se alimentó el profeta, es figura de la
Eucaristía, que nos sostiene en la peregrinación
de esta vida. El ayuno de cuarenta días (sobre
el significado del número 40 véase II Reyes 5, 1
ss. nota) es semejante al de Moisés en aquel
mismo monte, donde recibió la Ley. Igual
paralelismo entre ambos personajes vemos en el
Tabor (Mateo 17, 17); donde Moisés representa la
Ley, y Elías, los profetas. Al bajar del monte
de la Transfiguración Jesús anuncia la vuelta de
Elías como precursor de su segunda venida al fin
del siglo, así como el Bautista lo había sido de
la primera (cf. Malaquías 4, 5). De ahí que
muchos creen que Elías ha de ser uno de los dos
testigos que vendrán al fin (Apocalipsis 11), y
que él promoverá la conversión de Israel. Véase
Zacarías 4, 3 y 14. No así Allo, Buzy y otros.
*
9 ss. Esta teofanía tiene mucha semejanza con la
de Éxodo 33, 18-23 y comparte con ella, a lo que
parece, el mismo escenario. La aparición de Dios
en la brisa suave y apacible enseña al profeta a
suavizar su temperamento fogoso e imitar al
Padre celestial, quien es benigno y paciente con
los pecadores, pues el celo debe ir unido con la
mansedumbre.
*
11. Yahvé no estaba en el terremoto (Vulgata:
non in commotione Dominus). “A la manifestación
de Yahvé suele preceder una manifestación
sensible: aquí es, primero, el viento; Yahvé no
está en el viento; luego una sacudida o
terremoto; tampoco está aquí el Señor. Non in
commotione. Ya se ve cuan lejana y mal traída es
la acomodación corriente de este texto”
(Cardenal Gomá, Biblia y Predicación p. 269).
*
15 s. Otro consuelo para Elías: dos nuevos reyes
castigarán los pecados dé Acab y Jezabel, y un
nuevo profeta aparecerá en Israel. De estas tres
misiones dadas a Elías, las dos primeras serán
cumplidas por su discípulo Eliseo (IV Reyes 8,
7-19; 9, 1-6).
*
18. San Pablo cita esta promesa del Señor como
divina respuesta al celo dolorido de Elías, y
aplica esa hermosa esperanza a la futura
conversión de todo Israel, que él mismo nos
anuncia para los últimos tiempos (Romanos 11, 3
ss.). Le
han besado. Los paganos tenían la costumbre
de besarse la mano al pasar junto a una estatua
como para trasmitirle el beso. Cf. Job 31, 27.
De esta costumbre pagana viene, como observa
Vaccari, la palabra “adorar” (de os, oris =
boca, y la preposición ad).
*
19 s. Le
echó su manto encima; acto simbólico para
invitarle a hacerse cargo de la misión
profética. La vocación de Eliseo recuerda en
mucho la de los apóstoles (véase Mateo 9, 9;
Juan 1, 35 ss.). En cuanto al último punto
(versículo 20), el Evangelio es más categórico
(Mateo 10, 37; Lucas 9, 57-62; 14, 26).
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